Federico Daray, médico psiquiatra de la Universidad de Buenos Aires (UBA) e investigador del CONICET habló con la radio de la Universidad Nacional del Nordeste, sobre los hallazgos de su investigación sobre el sistema inmune de las personas con depresión y el desarrollo en curso de un innovador método diagnóstico para detectarla a través de una muestra de sangre.

El médico psiquiatra apuntó que la depresión es un síndrome: un conjunto de síntomas y de signos que se caracterizan por la tristeza, o la falta que tiene la persona de poder sentir placer por las cosas que cotidianamente hacía. “Esos son los dos síntomas cardinales y normalmente esas personas tienen algunos síntomas que son accesorios como las alteraciones del apetito, del sueño, también cognitivas, la falla para poder concentrarse o la aparición de ideas de culpa, pesimistas o incluso ideas suicidas, que es lo más grave”, ilustró.

Daray explicó que en la Facultad de Medicina su grupo de investigación se enfoca en distintas patologías psiquiátricas como la depresión, el suicidio, la esquizofrenia, entre otros. Relató que en el año 2018 se unieron a expertos en inmunología liderados por Andrea Errasti, otra especialista del CONICET en el Instituto de Farmacología de la UBA, para evaluar si era posible detectar estas alternaciones a través de análisis de sangre, y si era posible diagnosticar la depresión mediante un estudio de laboratorio. 

“Hoy en día, cualquier persona que concurra a un psiquiatra por síntomas relacionados con los trastornos afectivos recibirá un diagnóstico basado en la observación clínica de esos síntomas y en lo que el paciente refiere sobre ellos. Hay muchos grupos de investigación en el mundo que estamos tratando de buscar algún marcador más objetivo para ese diagnóstico, nosotros nos focalizamos en buscar marcadores del sistema inmune”, reveló el médico.

El trabajo se desarrolló con pacientes de hospitales públicos de Capital Federal. Durante el estudio, se realizaron entrevistas para evaluar su cuadro clínico y el grado de severidad de la depresión que atravesaban al momento de la observación, y se tomaba una muestra de sangre. “Si bien de manera usual al sistema inmune se lo reconoce por su capacidad de combatir agresiones vinculadas a enfermedades infecciosas, hoy en día sabemos que el estrés psíquico también puede requerir de una respuesta defensiva de nuestro organismo”, recordó.

El equipo de inmunólogos liderado por la doctora Errasti hizo una serie de pruebas sobre dos tipos de células, los monocitos y los linfocitos. Buscaron si había diferente número, si había diferente activación de esas células y algunos marcadores solubles en plasmas. Posteriormente, reiteraron las mismas pruebas en voluntarios sanos, que sabían que no tenían depresión, y después compararon los resultados entre los grupos.

Así lograron comprobar la relación entre la depresión y el funcionamiento del sistema inmunológico con un 80% de precisión: en un grupo de pacientes, se detectó una alteración en los monocitos, las células vinculadas a la inmunidad innata. Se trata de la primera barrera de defensa del organismo y se activa ante una agresión al sistema. Quienes tenían depresión, poseían un perfil proinflamatorio.

Por otra parte, los linfocitos desde su rol de inmunidad adaptativa, vinculada con aquella que se genera con el tiempo, no se mostraron alterados en relación a los números. Sin embargo, un subtipo de linfocitos, que se llaman linfocitos t regulatorios, estaban aumentados: “Estos lo interpretamos como una respuesta que compensa al estado proinflamatorio, el organismo en algún punto quiere bajar esa inflamación. En algunos puede y en otros no. Nuestra hipótesis es que, en los que falla esa respuesta antiinflamatoria, persiste la depresión”, reveló Daray.

“Hace falta mucho para poder implementar esto como un método diagnóstico en la práctica clínica, porque uno tiene que discriminan estos marcadores a un paciente con depresión de pacientes con otras patologías de la salud mental; por ejemplo, la esquizofrenia o la demencia, u otras enfermedades físicas. Pero estos resultados abrirían el camino para diagnosticar la depresión a través de la sangre e incluso permitirían desarrollar nuevos mecanismos inmunorreguladores a nivel tratamiento”, aseguró el psiquiatra.

El especialista explicó que los siguientes pasos de la investigación diagnóstica son los estudios longitudinales: evaluar cómo cambiar el sistema inmune de los pacientes con depresión con el correr del tiempo. Además, el equipo de trabajo también aspira a aplicar el mismo método con otras patologías como la demencia y la esquizofrenia, para observar si las células alteradas son las mismas en todos los casos.

“Hay buenos tratamientos para la depresión, pero se podrían mejorar. En la actualidad la primera línea de tratamiento es un grupo de medicamentos que se llaman inhibidores selectivos de la recaptación de serotonina, que funcionan muy bien en un tercio de los pacientes. Funcionan parcialmente en otro tercio de los pacientes, pero en el tercio restante no tienen respuesta a esos medicamentos”, reconoció Daray.

Por esto, en lo que tiene que ver con estudios para la acción terapéutica, se encuentran investigando en modelos de ratones distintos mecanismos inmunoreguladores para evaluar sus efectos antidepresivos y avanzar así en la innovación de tratamientos. “Este es un ángulo más biológico, pero no dejamos de lado que hay cuestiones psicológicas, sociales y comunitarias que son sumamente importantes para el bienestar psíquico de las personas”, recordó el médico e hizo hincapié en la importancia del abordaje integral de la salud.

El estudio se tituló “Descifrando la firma inflamatoria del episodio depresivo mayor: perspectivas a partir de la inmunofenotipificación periférica en estado activo y en remisión, un estudio de casos y controles”, y fue publicado en la revista Translational Psichiatry de Nature.

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