El ex capitán del Ejército sacó una diferencia de casi 17 puntos. Ese margen marca una tendencia sobre lo que puede ocurrir en la segunda vuelta el 28 de octubre.
En una cosecha de sufragios superior a lo que se esperaba, el candidato de la ultraderecha Jair Bolsonaro obtuvo este domingo un 46,03% de los votos, por lo que competirá en el balotaje del 28 de octubre con su principal opositor, el petista Fernando Haddad, quien recibió 29,28% (con el 99,99% de las mesas escrutadas). Estos porcentajes de votos marcan una tendencia sobre lo que podrá ocurrir en la segunda vuelta.
El liderazgo del ex capitán del Ejército fue previsible: resultó ligeramente superior a lo que había anticipado la encuesta de Datafolha publicada este domingo. Pero el dato central, poco mencionado hasta ahora, es la distancia que media en los votos efectivos de ambos postulantes. El ex ministro de Lula logró acumular 29,2 millones de adherentes. Bolsonaro, en cambio, superó los 47,9 millones. Para que el académico del Partido de los Trabajadores (PT) llegue a imponerse, tendría que dar un salto de una envergadura extrema si pretende superar al diputado. Es más, con esas cifras en mano es posible predecir una victoria del ex militar el próximo domingo 28 .
Aún así, el humor en el búnker de Haddad pasó de la angustia de las caras largas a una expresión de alivio y a los aplausos. Se consolaban con que la coalición “Brasil Feliz de Nuevo” no resultó desplazada en el primer intento. Esto es lo que había supuesto Bolsonaro cuando dijo que iba a “liquidar” la batalla este domingo. Lo comentó en el momento de votar en la Villa Militar, en la zona oeste de Río de Janeiro: “Si Dios quiere nosotros liquidamos hoy esta elección”. Añadió que el domingo 28, cuando debería disputarse el segundo turno, pensaba “estar disfrutando en la playa”.
El ex capitán del Ejército declaró: “No haré ninguna negociación partidaria. A mí ya me apoyan más de 260 diputados del bloque ruralista, gran parte del bloque evangélico y de la bancada de la seguridad (policías y militares). En mis cuentas, tenemos aproximadamente 350 diputados que van a estar con nosotros y, en su mayor parte, ellos son honestos (sic)”.
Haddad llamó este domingo “a la unión de los demócratas de Brasil”, anticipando cuál será su lema de campaña. Pero tan solo un frente muy pero muy amplio le permitirá agrandar su cosecha y, tal vez, batir a Bolsonaro. Lo admitió explícitamente: “Tenemos que buscar una ampliación de nuestra alianza más allá de los partidos con los que ya compartimos la coalición (el Pros y el comunista). Queremos llegar a todos los brasileños que, independientemente de sus partidos, quieran contribuir a la reconstrucción democrática del país”.
El cómputo de los votos mostró que Haddad precisará, cuanto menos, capturar los adherentes del laborista Ciro Gomes. Son casi 13 millones de sufragios. Pero el candidato del PT debería sumar fracciones de los electores que votaron a Geraldo Alckmin, quien terminó esta corrida electoral en el cuarto puesto con 4,76% de apoyo; y de Joao Amoedo, un centrista que obtuvo 2,5% . Aquel que seguramente sumará sus electores para Haddad, por cercanía política, es Guilherme Boulos del Psol (Socialismo y Libertad) con 617.000 seguidores y casi 0,58% de los votos.
Pero el favorito también tiene chances de cosechar del centro político. Hay datos que revelan la profundidad del fenómeno bolsonarista. Especialmente en San Pablo donde Mayor Olimpio, del Partido Social Liberal del candidato, obtuvo 26% y con eso accedió a una de las bancas del Senado. Entró también, en segundo lugar, la postulante del Partido Socialdemócrata de Brasil, Mara Gabrilli. Notoriamente quedó fuera de juego Eduardo Suplicy, un político del PT muy querido en la capital paulista. Y en Minas Gerias, la elección para el senado dejó en un lejano cuarto lugar a la ex presidente Dilma Rousseff, que no pudo llegar a una banca.
Entre los aspirantes a diputados, también en esta ciudad, se destacaron en primer lugar Eduardo Bolsonaro (hijo del candidato derechista) y en segundo lugar uno de sus colegas de partido, el Social Liberal.
En estas elecciones hubo dos grandes fracasos: el candidato del PSDB (el partido del ex presidente Fernando Henrique Cardoso) con apenas 5% y la ambientalista Marina Silva con apenas 1%. Cuando empezaron las encuestas, ella alcanzaba cómodamente un tercer lugar debajo de Lula (39%) y Bolsonaro (22%). Cayó de una forma tan abrupta que fue superada con amplitud por Ciro Gomes, el laborista del PDT (12,5%). Con todo, hasta último momento conservó la esperanza de hacer una mejor elección: “Tenemos que combatir todo lo que amenaza la democracia, la estabilidad económica, social y política del Brasil”, declaró Silva al votar. Poco después añadiría: “Tenemos populismo de los dos lados; el de derecha y el de izquierda”. Ella desplegó, en los debates de los presidenciables un fuerte ataque contra Haddad, a quien acusó de ser parte pasiva del “sistema de corrupción” y lo enfrentó con la siguiente pregunta: “¿Por qué ustedes no han hecho una autocrítica?”. La estrategia, sin embargo, no le sirvió de mucho.
Tampoco fue útil a Ciro Gomes tratar de diferenciarse abiertamente de Haddad y de Lula da Silva. Se afirma que, en su relación con el líder histórico del PT, Gomes tuvo un fuerte desencanto al no obtener del dirigente un apoyo directo a su candidatura presidencial. El pretendía encarar la oposición a Bolsonaro; pero Lula no quiso saber nada y optó por la mejor figura que tenía en su partido.
El otro gran perdedor es Alckmin. Dicen de él que deberá llamarse a cuarteles de invierno, antes de pensar en una postulación al cargo más alto del país. Esta es la segunda presidencial que pierde. Con una diferencia con respecto a la primera en 2006. Allí fue él quien pasó al segundo turno en la disputa con Lula. Esa polarización PT-PSDB de la que tanto se hablaba llegó realmente al final. Y si a Haddad no le fue peor es por el recuerdo que tienen de Lula los electores del Nordeste del país, que vivieron el mejor período de su historia entre 2003 y 2010.
Fuente: clarin.com