El defensor correntino juega actualmente en América de Cali, Colombia, con el que tiene dos años más de contrato pero a los 31 años aseguró que no está apurado en regresar al país ante la adversidad económica. Hizo un repaso de su carrera mientras atraviesa este parate por el COVID-19.
Juan Pablo Segovia, es un marcador central correntino que se inició en Huracán Corrientes pero que desde los 13 años buscaba su lugar en el mundo del fútbol. Llegó a Lanús, jugó en Atlanta y Los Andes, para luego partir a Ecuador hasta recalar en Colombia.
Desde la distante Cali, dialogó con La Red Corrientes a través de la red social Instagram y allí contó sus vivencias como futbolista profesional.
El fútbol en Colombia fue uno de los primeros que se detuvo en Sudamérica a raíz de la Pandemia. El correntino explicó la situación, mencionando que “las estadísticas son las mismas que en Argentina: hay más de 9000 personas infectadas, más de 400 muertes, pero en Cali es la segunda ciudad con más infectados. En ese sentido es preocupante pero la gente tomó conciencia y de a poco estamos volviendo a la normalidad”.
Las medidas actuales permiten circular aunque depende de la terminación de las cédulas de identidad o de las patentes de los autos, pero también de a poco se va “reactivando la economía” porque como en Argentina “cayó por todo esto”.
Hay países que hicieron regresar a la activad a los equipos, con todas las medidas de seguridad. Sobre esto, en Colombia “los capitanes tuvimos una reunión con el Ministro de Deportes y le manifestamos –junto con el gremio- volver a entrenar en el campo, como se está empezando a hacer en otros países porque no es igual que entrenar en casa. Esa es la primera medida que se tiene que implementar para volver”, aclaró, recordando que para ello “se están tomando los protocolos para empezar a implementarlo”.

Segovia tiene ciertas posibilidades en su casa “tengo un patio y puedo hacer otras actividades con ese espacio más amplio, pero es complicado porque uno necesita el contacto físico, estar en el campo de juego para lo futbolístico. Lo físico lo puede trabajar pero lo futbolístico no”, remarcó.
La actualidad de su equipo era buena antes del parate. El correntino contó que “estábamos bien, habíamos jugado en Chile el último partido contra la ‘U Católica’. Estábamos con el envión de entrar en la pelea en la Copa. Estamos en el grupo más jodido pero el triunfo nos daba vida en la Copa y veníamos con esa confianza. El club estaba en un buen momento económico, estaban entrando ingresos, pero pasó esto y perjudica en todos los sentidos”.
En lo económico, aclaró que “siempre estuvimos al día, América siempre nos cumplió” y hoy se encuentra negociando por su parte ya que “con el plantel decidimos que cada uno resuelva su situación”. Eso sí, e este momento tienen que “ser solidarios con el club, tratar de ceder algún porcentaje para que el club pueda subsistir”, agregó.
El América
Con dos años de contrato por delante, el defensor habló de la identificación que siente en tierras cafeteras. En sus palabras, “uno sabía la magnitud que tiene América, está entre los tres más grandes de Colombia. Cuando llegué tenía la exigencia de poder demostrar porque no tenía tanto renombre, y fue algo muy lindo. Me acuerdo el primer partido, hice un gol ante Nacional de Medellín -el rival histórico-, y ganar después de tanto tiempo, la gente me agarró cariño, por más que era un torneo amistoso”, recordó.

Con el tiempo, el argentino se fue ganando la confianza necesaria hasta llegar a ser el capitán del equipo: “de a poco fui agarrando confianza, cuando el arquero –el capitán- no pudo jugar porque se lesionó, el DT ‘Pecoso’ Castro y el profe Conde, me dieron la cinta. Ahí empecé a agarrar la capitanía. Terminado el semestre vino otro técnico, quedé como segundo capitán, y ahora ya quedé como capitán”.
En Argentina, Juan Pablo había jugado solo en el ascenso ya que vistió los colores de Atlanta y Los Andes. Sus experiencias en primera división se habían dado en Ecuador donde defendió los colores del Deportivo Cuenca y de Independiente del Valle.
Pero llegar a Colombia y al América de Cali “era un reto muy importante, la primera vez que jugaba en un equipo tan grande. Siempre me gustó el fútbol, y de muy chico me acuerdo de la final con River en 1996. Fue un sueño para mí y mi familia poder jugar en un club tan grande, y después conseguir el título”.
Recientemente, el elenco de Cali logró un título tras 11 años, entre los que se cuentan 5 en el ascenso, por lo que la presión se sentía. El correntino recordó que “cuando llegué la gente estaba insoportable, querían salir campeón, querían la estrella 14. El grupo ayudó mucho, fue un sueño salir campeón, no se da todos los días, hacían 11 años y fue algo histórico”, sintetizó el éxito logrado ante Junior de Barranquilla, por el Torneo Finalización.
Es un club en el que se siente “la presión no solo era fuera de la cancha sino también adentro. No es fácil, muchos jugadores de renombre pasaron por América y no les fue bien; es un club muy exigente; la gente no te perdona y el murmullo se siente; así que poder darle esa confianza defendiendo fue muy importante para uno mismo también”.

Además, “la hinchada, lo que mueve, a donde vamos la gente nos espera en los aeropuertos con banderas. Parecemos locales hasta cuando vamos de visitante, es algo impresionante”, confesó sobre la afición.
El fútbol colombiano
Juan Pablo Segovia hizo una descripción sobre los jugadores de Ecuador quienes tienen como “características principales que son directos, no hay posesión de balón, se juega con transiciones rápidas, de contraataque”; mientras que en Colombia “hasta los equipos chicos vienen de visitante y salen jugando, siempre intentan jugar; tienen posesión de balón y mucha técnica. Por algo los colombianos tienen esto, y me sorprendió mucho. A los técnicos les gusta el buen juego”.
Con casi dos años en tierras cafeteras, Segovia reconoció que “Juanfer (Quintero) es súper crack, tiene unas condiciones impresionantes” y agregó que “así hay muchos acá que están saliendo de a poco. Técnicamente el colombiano es muy bueno”.
Su carrera
En otro tramo, el defensor habló de sus inicios en el fútbol y recordó que “jugaba en Huracán Corrientes, y a los “12 o 13 años” participó de unas pruebas en la cancha de Libertad, a la que llegó en bicicleta, prometiendo a su madre que “iba a quedar”, y ante la empresa de representantes de Jorge Cysterpiller, ex manager de Diego Maradona.
En su relato, aclaró que él jugaba de diez, que le gustaba hacer goles, pero que jugó de volante central. “jugué un partido de 30 minutos y me dijo ‘Segovia me gustaría que juegues de central izquierdo’. No lo había hecho nunca pero jugué en otro partido, otro de 30 minutos con una categoría más grande, y anduve mejor”.
A la semana lo llamaron y se fue a Buenos Aires. El grupo de Cysterpiller les hace jugar contra varios equipos entre ellos Lanús, que le había echado el ojo. El representante le hace jugar en otras pruebas, contra River le va mal y luego lo mandan de vuelta a Corrientes.

“No quedé. Ahí ‘los Cysterpiller me dijeron ‘tomá 5 pesos para el taxi, andá a Retiro, y ese es tu pasaje. Te vamos a llamar’. Me fui solo a Retiro, tenía una desilusión… no podía creer, con River no me fue bien pero en otros lugares sí, me pareció raro”, aunque no terminaría allí.
Para cumplir su sueño todavía tenía que pasar otra prueba: por pedido de los representantes se tuvo que ir a Venado Tuerto a entrenar seis meses. Allí aprendió mucho ya que estaban en una casa en la que “teníamos que hacer todo nosotros”.
“Me sirvió muchísimo entrenar. Me hicieron una prueba en esos seis meses, cerca de Rosario, fuimos y un representante nos vio jugar. Estábamos esperándolo, llegó y jugamos. Ese ‘Juan Carlos’ le dio una tarjeta y le dijo que lo llame.
Al regreso de Venado Tuerto “le di la tarjeta a mi vieja Y, lo llamó. Le dijo que como estaba con Cysterpiller no podía hacer nada. Mi mamá le dijo que si me conseguía una prueba en Buenos Aires me iba. Él dijo que tenía contactos en Lanús”.
“Cuando llegué se acordaron que había estado, que me habían dicho que me quede. Entonces ahí dije ‘me quedo’, no quiero irme a ningún lado. Creo que era la última oportunidad. Ese representante es el mismo de hace 15 años. Fue una historia difícil, fue complicado, y decidí quedarme”, dijo.
Jugar en ese Lanús no era fácil. Hizo su carrera en inferiores y llegó hasta Reserva. Lo subieron al plantel de primera pero no jugaba, hasta que en un momento lo cedieron a Atlanta y su carrera empezó a dar los primeros pasos. “A muchos les perjudicó ir a la B pero yo me mentalicé, demostrar que podía jugar y me ayudó mucho para crecer”.
Si bien no llegó a jugar en la primera ‘granate’, en los últimos tiempos “me llamaron dos o tres veces para volver y les dije que no porque hoy Argentina no está pasando un buen momento. No tengo esa espina, ahora uno no piensa en volver a Argentina”, dijo sorpresivamente.
Claramente, hoy lo profesional está por encima de lo afectivo en este correntino, y lo volvió a demostrar al confesar que un posible regreso “ahora no lo pienso, no me entra en la cabeza volver y terminar mi carrera en Argentina” porque “salvo unos pocos clubes organizados, la vida es complicada y uno piensa en la familia. No es una decisión fácil y ahora uno lo entiende con los hijos”.
Experiencia ecuatoriana

Ecuador fue su primera salida internacional. Llegó para jugar en Deportivo Cuenca (2016) “a los 26 años, fue un reto importante después de Los Andes (2013-2015). Tenía posibilidades de quedarme pero aposté a poder mostrarme afuera”.
“Después Independiente del Valle (2017-2018). Venía haciendo un proceso muy reconocido, con instalaciones europeas, es un ejemplo, y me ayudó mucho para crecer en lo futbolístico”. Allí jugó la Copa Libertadores por primera vez.
“Hice mi primer gol en la Copa contra Olimpia de Paraguay, uno de los más grandes, y fue un sueño cumplido. Ya habíamos jugado con Municipal de Perú pero Olimpia fue un sueño”.





























