Motochorros le robaron el celular a un adolescente en el barrio Laguna Seca. El robo, incluso, fue traumático: lo arrastraron por varios metros pues el joven se aferraba al equipo telefónico.
Pero no pudo evitarlo, y los ladrones se llevaron el botín. El joven resultó golpeado, con magullones, pero que la asistencia médica determinó que no revestían complicaciones.
En la búsqueda de la recuperación del patrimonio, la madre realizó la denuncia en la comisaría jurisdiccional (la Octava). Y de inmediato activó desde su celular el rastreo del equipo del hijo, y marcó que estaba en el asentamiento del barrio Nuevo.
Llegó al lugar y llamó al 911. De inmediato llegó la patrulla de la comisaría 18°, la de esa jurisdicción. Y ahí sobrevino la sorpresa: informaron a la mujer que debía actual la patrulla de la Octava, “porque ahí se radicó la denuncia”.
La burocracia en el accionar de esa patrulla impidió la recuperación del equipo y la detención de los sospechosos del robo.
Sorpresa, indignación, en una situación inédita por la respuesta a la mujer que no salía de su asombro.
En definitiva, la damnificada se quedó sin el teléfono del hijo y sin justicia respecto a la detención de quienes causaron el daño por una decisión inédita de la patrulla policial de la comisaría 18°.