Este es uno de los mejores resultados de la ciencia argentina de este año. Pero no es el único. En física también se destaca el descubrimiento del origen extragaláctico de los rayos cósmicos de altísimas energías realizado por un grupo de científicos de todo el mundo en el Observatorio Pierre Auger de Malargüe, Mendoza.

Ondas gravitacionales y rayos cósmicos abren el camino a nuevas formas de estudiar el Universo. Los telescopios sólo pueden “ver” el cosmos. Las ondas gravitacionales nos permiten “oírlo”, mientras que los rayos cósmicos no ayudan a “tocarlo”.

Otro avance físico destacado con participación argentina es el nuevo microscopio de superresolución, capaz de monitorear moléculas biológicas en células vivas en tiempo real. La nueva técnica se llama Minflux y los argentinos que participaron son Francisco Balzarotti (Instituto Max Planck) y Fernando Stefani (Conicet-UBA).

Astronomía. Este año, astrónomas argentinas fueron las autoras de la mejor imagen de la Nebulosa del Cangrejo, un objeto cósmico ubicado a 6.500 años luz de la Tierra, pero que es admirado por los seres humanos desde hace por lo menos mil años.

La imagen combina datos de cinco tipos de telescopios (rayos X, infrarrojo, ultravioleta, óptico y ondas de radio), incluido el Hubble. Las autoras son Gabriela Castelletti y Gloria Dubner, del Conicet en el Instituto de Astronomía y Física del Espacio de Buenos Aires.

Paleontología. La revista Plos One eligió los mejores hallazgos paleontológicos del año y también hay argentinos protagonistas. En el sexto lugar está el Shringasaurus indicusa del que participó Martín Ezcurra (Conicet y museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia). Este reptil herbívoro de cuatro metros de largo y con cuerno vivió hace 240 millones de años, antes que los dinosaurios.

El noveno puesto fue para el Isaberrysaura mollensis, hallado en la Patagonia por Leonardo Salgado (Conicet-Universidad Nacional de Río Negro) y otros argentinos. Además del dinosaurio de 180 millones de años, los investigadores encontraron fosilizada su última comida: semillas de alguna fruta que ni siquiera masticó.

Tecnologías nacionales

Algunas tecnologías médicas prometedoras vieron la luz este año. Es el caso de un test para detectar mal de Parkinson de manera rápida, económica y en etapas tempranas de la enfermedad. Las personas deben leer un texto que contiene muchos verbos de movimiento. Esto se debe a la relación íntima que hay entre el lenguaje que se refiere al movimiento y los circuitos motores.

El test logró un 84 por ciento de aciertos en la clasificación de pacientes sin deterioro cognitivo. Fue creado por científicos del Instituto de Neurociencia Cognitiva y Traslacional (Conicet y Fundación Favaloro).

Páncreas artificial. Otro grupo de argentinos probó con éxito el primer páncreas artificial de América latina. Fue desarrollado por investigadores del Conicet y testeado en pacientes con diabetes tipo 1. Está compuesto por tres elementos: un monitor de glucosa (azúcar), una bomba de insulina y un celular en el que funciona el software que decide cuándo y cuánta insulina administrar.

Este año la Agencia de Alimentos y Medicamentos de los Estados Unidos (FDA) aprobó el uso en ese país del primer fármaco producido en Argentina. Se trata del benznidazol para pacientes con la enfermedad de Chagas. En Estados Unidos. hay 300 mil personas que padecen este problema. El laboratorio nacional Elea es el único productor mundial de la droga.

Litio y clonación

Argentina tiene un potencial único con los yacimientos de litio del norte y los científicos locales ya se las ingenian para poder aprovecharlo en la fabricación de baterías y para extraerlo de manera sustentable. Por esto último, el físico Ernesto Calvo (Conicet – UBA) obtuvo el premio mundial Bright Minds Challenge. Diseñó un sistema de extracción del mineral rápido y económico, que usa energía solar y no demanda grandes volúmenes de agua.

Otro rubro en el que Argentina es potencia mundial es en la clonación de animales. Este año hubo dos éxitos. La empresa Kheiron obtuvo 12 clones sanos de una misma yegua y en una misma camada. Se trata de caballos de polo.

La misma empresa, junto con investigadores del Fleni, logró embriones equinos editados genéticamente por primera vez en el mundo. La técnica usada es Crispr-CAS9, una especie de “corta y pega” genético. En este caso, se incluyeron genes que le dan más masa muscular al futuro equino, lo que lo hace más resistente y veloz.

Biología. La cordobesa Sandra Díaz (UNC y Conicet) participó de uno de los estudios de biología vegetal más destacados. Lograron develar por qué las plantas tienen tamaños de hojas tan variables. Detectaron que el factor que limita el tamaño máximo de las hojas es la temperatura nocturna y el riesgo de daño por las heladas. El trabajo se publicó en la prestigiosa revista Science.