Hasta el momento, un total de 112 caídos fueron identificados en el cementerio de Darwin gracias a las muestras de ADN. Cinco familias optaron por mantener el anonimato de sus seres queridos. Así, Infobae presenta el perfil de cada uno de los 107 restantes que hoy ya tienen la lápida con su nombre en las Islas.
Sólo faltan diez. Pasó un nuevo año y el plan Proyecto Humanitario Malvinas parece entrar en su recta final. A los 90 soldados identificados hasta marzo de 2018 se le sumaron unas 22 revelaciones de identidades durante el período del último año.
De tal manera, ya fueron reconocidos 112 cuerpos de soldados argentinos que murieron en la Guerra de Malvinas y que hasta finales de 2017 yacían bajo una lápida con la inscripción “Soldado conocido sólo por Dios”. Ahora, sólo quedan diez cuerpos sin identificar.
Aquí las 112 historias de aquellos caídos entre abril y junio de 1982 que permanecieron durante más de tres décadas enterrados sin un nombre en su cruz.
Acosta, Ramón Gumercindo
Nació en Colonia Santa Rosa, Formosa, y fue uno de los 40 gendarmes que integraba el llamado escuadrón Alacrán.
Acosta es recordado por un acto heroico protagonizado en Malvinas. El 30 de mayo, viajaba en un helicóptero con la intención de infiltrarse entre las líneas enemigas cuando la nave fue alcanzada por un proyectil. Luego de la caída, se las rebuscó para asistir y salvar la vida de varios compañeros que yacían entre las llamas.
Asimismo, el 10 de junio fue herido de muerte cuando la patrulla en la que se desplazaba se vio encerrada en una emboscada en el Monte Kent.
Hoy, la escuela Nº 483 del barrio Santa María, en la localidad formoseña de Comandante Fontana, lleva su nombre.
Aguirre, Héctor Wálter
Al igual que los soldados Luis Guillermo Sevilla y Mario Ramón Luna, Aguirre no estaba en la famosa tumba de cuatro soldados que había sido denominada tras la reforma del cementerio de Darwin en 2004. Finalmente se supo que su cuerpo descansa bajo la cruz D.B.2.8.
Aguirre nació el 19 de septiembre de 1963 en Capital Federal pero vivió desde los dos años en Santiago del Estero junto a su madre. Se casó a los 18 años con María de las Mercedes Morales, poco antes de partir a Malvinas. Al momento de la despedida entre ambos, la hoy viuda estaba embarazada de María Soledad, quien nacería pocos días después, el 22 de abril de 1982.
Acudió a la guerra con la misión de custodiar un pequeño y rudimentario aeropuerto de la base militar Cóndor en Pradera del Ganso, donde operaban los aviones Pucará.
Murió el 28 de mayo mientras disparaba su ametralladora contra un avión británico.
Ascendido a cabo post mortem, recibió la Medalla de La Nación Argentina al Valor en Combate y la Cruz al heroico Valor en Combate. Fue declarado Héroe nacional el 18 de marzo de 1998.
Aguirre, Miguel
Nació en Chaco en 1929. Desde muy joven descubrió su vocación militar, por lo que no dudó a la hora de ingresar como suboficial de la Armada y luego especializarse en electricidad.
Acudió a la guerra de Malvinas como voluntario, ya que en ese momento disfrutaba de una licencia anual en el ejército.
Su principal labor en las Islas fue la de traslado, carga y descarga de alimentos, medicamentos y municiones.
Murió dentro del ARA de transporte Isla de los Estados cuando fue alcanzado por un proyectil disparado desde la fragata británica Alacrity, en el estrecho de San Carlos. Su cuerpo fue encontrado completo, desnudo, solo con medias, en la costa de Shag Rockery Point, en el islote Este.
Su hijo único, Sergio, formaba parte en un inicio de los familiares que no querían que se revelara la identidad de los soldados muertos NN. Lo hizo únicamente para dejar por escrito su deseo de que todos los restos permanezcan en el cementerio de Darwin.
Alegre, Celso
Celso Alegre era uno de los dos únicos representantes de la comunidad Qom que cayeron en Malvinas. Al momento de acudir a las Islas, no sabía leer ni escribir, por lo que nunca pudo enviar una carta a su familia para relatar su periplo.
Vivió sus 18 años en La Leonesa, una zona rural a 70 km. de la capital de Chaco. Alegre murió el 28 de mayo en Darwin, pero poco se sabe de las condiciones en las que perdió su vida.
Su padre, Héctor Ramón Alegre, vivió hasta sus 95 años con la esperanza de que su chico volviera alguna vez a casa. Se negó siempre a considerar la posibilidad de su muerte. “No creo que mi hijo esté ahí”, decía el hombre en su lenguaje autóctono.
El anciano no llegó a recibir la noticia de la identificación de los cuerpos. Aun así, desde 1982 hasta su muerte, el 3 de junio de 2017, izó cada domingo de la semana una bandera argentina en honor a su hijo.
Araujo, Elbio Eduardo
Nació en Entre Ríos, pero se mudó desde muy chico a Buenos Aires. Era apodado “Ñato” o “Agapito”. Era un fanático de la música nacional. Le apasionaba tocar con su guitarra canciones de Sui Generis, Luis Alberto Spinetta y Moris. Además, durante sus vacaciones en Colón, ciudad de donde son oriundos sus padres, andaba a caballo y se iba de pesca con sus amigos.
Llegó a trabajar como repartidor de pastas, colaborador en un almacén y ayudante de circo. Al momento de alistarse en el ejército para acudir a las Islas, él ya había terminado el Servicio Militar. “La Patria me necesita”, le dijo a su madre.
“A la tardecita del martes 13 de abril, estábamos toda la familia en la puerta de su regimiento. En un momento se empezó a escuchar la banda de música, los estaba despidiendo. Se abrió la puerta del cuartel y empezaron a salir los camiones militares. En uno de esos, que era una especie de combi, lo vimos”.
“Sacó medio cuerpo de una ventanilla y empezó a gritar ‘volveremos, ¡Byyyyyyyeee, Byyyyyyyeeee!’ Corrimos atrás del camión y su imagen se hizo cada vez más chiquita. Esa fue la última vez que lo vi”, le relató su madre, María del Carmen Penón. Su hermana Fernanda, por cierto, se convirtió en la presidenta de la Comisión de Familiares Caídos en Malvinas e Islas del Atlántico Sur.
Araujo perdió la vida en la batalla de Monte Longdon en actitud de servicio para la Compañía B. Intentaba trasladarse con elementos de rancho y cubrirse como podía entre las piedras. Fue alcanzado por un proyectil que explotó muy cerca suyo. Murió en el instante.
Arrascaeta, Miguel Ángel
Miguel Ángel Arrascaeta vivió todos sus días en La Capilla, una zona rural de Florencio Varela. No pudo terminar la escuela. La finalizó en cuarto grado para dedicarse a ayudar a su padre con el tambo.
Partió hacia Malvinas cuando le faltaban apenas 20 días para terminar el servicio militar obligatorio. “Como vi que no volvía, al otro día del Domingo de Pascuas me fui al Regimiento 7 de La Plata y ahí me enteré que lo habían llevado la noche antes. Ni nos avisaron… Nada de nada”, relató su madre Laura Fedele de Arrascaeta, de 80 años.
Cumplió los 20 años en pleno combate en las Islas Malvinas. Después de haber sido herido en una pierna, decidió permanecer junto a sus compañeros en el archipiélago. Murió el 10 de junio durante el combate de Monte Longdon.
En 1992 su madre viajó a Malvinas y “adoptó” una cruz de un “soldado argentino conocido solo por Dios” para ponerle flores. Hoy se dio cuenta de que la tumba donde se encuentra el cuerpo de su hijo está ubicada apenas a tres cruces de distancia de la que había elegido.
Avalos, Víctor Ofelio
Nació en Samuhú, Chaco. Murió a los 19 años durante un combate en Darwin, cuando se desarrollaba como soldado apuntador de las FAP. Junto a él cayó uno de los líderes de su batallón, el cabo Jorge Gómez.
Hoy, una escuela primaria y un jardín de infantes de la provincia de Chaco llevan su nombre. Fue el penúltimo “soldado argentino sólo conocido por Dios” identificado durante el proceso de los análisis de ADN.
Austin, Ricardo Andrés
Nació el 3 de octubre de 1963 en Tecka, Esquel, Chubut. Una vez terminada la escuela primaria, se dedicó de lleno a sus labores rurales en la estepa patagónica. Transmitía alegría constantemente y trataba de evitar como podía la victimización hacia su persona. Formaba parte del Regimiento de Infantería N° 25.
Durante su participación en Malvinas envió varias cartas a su madre Celinda. En todas comentaba estar orgulloso de “estar defendiendo la patria”.
Murió a los 18 años en la mañana del 28 de mayo durante el combate de Pradera del Ganso. Fue alcanzado por la artillería británica.
“Yo quiero que ahora lo dejen tranquilito en la tumba que está. Él estaba muy feliz de haber ido a Malvinas. Que siga así”, reflexionó su madre.
En la actualidad, un barrio y una calle de la localidad de Tecka llevan su nombre. También hay un monumento homenaje en la ruta 40.
Ávalos, Omar Alberto
Nacido en Mercedes, Corrientes, acudió a la guerra con apenas 18 años y solo tres meses después de haber comenzado el servicio militar obligatorio. Era una persona muy reservada, muy callada y, según su familia, extremadamente responsable.
La familia nunca recibió la notificación oficial de la muerte por parte de las autoridades militares. Algunos ex compañeros aseguraron que murió el 28 de mayo durante la batalla de la Pradera del Ganso.
Su padre don Pedro, que fuera peón alambrador en una famosa estancia mercedina, recibió con emoción a los 84 años la noticia de que su hijo había sido identificado.
Ávila, Miguel Ángel
Miguel Ángel Ávila era uno de los siete hermanos de una humilde familia de Perico, Jujuy. Le fascinaba cosechar tabaco y amaba las tortas de chocolate de su hermana Clara.
Luego de egresar del Ejército con el rango de cabo, arribó al Regimiento de Infantería mecanizado Nº 25 en Chubut, para muchos considerado como el mejor regimiento argentino en la guerra. Desde allí, le comunicaron que había que partir, pero nunca supo adónde.
Su muerte estuvo rodeada de la épica. Ávila perdió la vida el 28 de mayo en Darwin después de ser alcanzado por las esquirlas de una bomba. Así, el veterano Nicolás Toconás recordó al cabo por un acto heroico: “Dicen que una esquirla le pega en la cabeza, pero antes de caer sacó de la trinchera a tres soldados cordobeses porque les llovían los misiles ingleses. Los tres soldados cordobeses viven hoy y tuve la oportunidad de hablar con ellos“.
Ayala, Juan Alejandro
Juan Ayala nació en Tres Isletas, Chaco. Si bien era destacado como una persona jovial,sus padres afirmaron que tenía un alto sentido de responsabilidad, seriedad y que daba mucha importancia al valor de la justicia.
Durante su adolescencia llegaba a recitar poemas gauchescos y le gustaba la música mexicana.
Acudió a las Islas Malvinas como parte de la Compañía B del Regimiento de Infantería 4 de Monte Caseros, de Corrientes. Murió el 12 de junio, mientras trataba de defender una posición argentina en el Cerro Enriqueta, en Monte Harriett. Era sirviente de mortero y junto a él perdieron la vida otros cinco compañeros.
Aylan, Orlando
Nacido en Chaco, cumplía el servicio militar en el Regimiento 4 de Infantería Mecanizada. Su madre se murió hace unos años sin poder saber finalmente dónde se encontraba el cuerpo de su hijo y con la mínima esperanza de que todavía se encontrara vivo.
La ciudad de Las Breñas rindió innumerables homenajes al soldado oriundo de allí. De hecho, en la plaza principal se construyó un monolito con la intención de perpetuarlo y la escuela Nº 1052 lleva su nombre.
“Estamos muy emocionados al saber que nuestro hermano estaba en una de esas tumbas y quienes los enterraron lo trataron bien como ser humano, lamentamos que nuestra madre se murió sin saber qué y dónde estaba su hijo pero hoy nosotros tenemos la tranquilidad de saber dónde está”, dijo uno de sus hermanos tras conocer la noticia de la confirmación del ADN.
Balvidares, Horacio Adolfo
Nacido en Mercedes, Buenos Aires, el “Negrito” Balvidares era el mayor de siete hermanos. Formó parte de la primera sección de la Compañía B del Regimiento de Infantería Nº 6 y defendía el sector suroeste de la capital de Malvinas.
Balvidares, quien según su madre trabajó desde los seis años, murió el 14 de junio mientras se había iniciado el repliegue argentino en Wireless Ridge. Perdió la vida a causa de un disparo procedente del Regimiento de Paracaidistas británico. Murió en el acto.
Su madre viajó durante meses a un regimiento en una localidad cercana para ver si había noticias sobre la salud de su hijo. Al cabo de varios rechazos, se dio cuenta de que le habían estado mintiendo. Hoy, uno de los barrios de la ciudad de Mercedes lleva el nombre de Horacio Balvidares.
Bastida, Claudio Alfredo
Nació el 5 de junio de 1963. Era fanático del tenis. Amaba a Björn Borg y John McEnroe, también seguía a Carlos Reutemann en la Fórmula 1 y le apasionaba la música de AC/DC.
Estaba en el servicio militar del Regimiento Patricios cuando estalló la guerra en Malvinas. Debido a su gran porte físico, sus compañeros lo apodaron “Frankestein”, mote que perduraría incluso después de su muerte.
Bastida fue destinado al Monte Longdon junto a su sección de ametralladoras con la misión de servir de apoyo al Regimiento 7. Durante un enfrentamiento desde una trinchera contra los paracaidistas ingleses fue impactado por las esquirlas de una bomba.
En 2009, se erigió un monumento en su honor. Su rostro fue tallado en hierro.
Benítez, Ángel
Nació en Chaco. Fue el 26 de octubre de 1962. Después de concluir los estudios primarios, trabajó en un almacén y como obrero de la construcción. “Ángel nació por parto natural. Era un bebé muy grandote”, rememora Julia Franco, mamá de Benítez.
Su muerte se produjo el mismo día de la firma de la rendición argentina. Benítez fue una de las víctimas que arrojó la sangrienta batalla de Monte Longdon. Al momento de incorporarse al Regimiento de Infantería 7 residía en Lomas de Zamora.
Benzo, Jesús Víctor
Fue uno de los dos soldados que estaba enterrado en la ya “famosa” tumba compartida del Cementerio de Darwin. Pertenecía a la tripulación del buque ARA Islas de los Estados. Murió el 10 de junio de 1982, después de que la embarcación en la que viajaba fuera hundida a raíz de un ataque británico. Era Sargento ayudante del ejército argentino.
Durante años, se pensó que en la tumba D.A.2.1, donde él yacía en Darwin, pertenecía a un solo soldado. Sin embargo, gracias al trabajo de los expertos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF), se detectó que junto a él yacían los restos de Enrique Hudepohl.
Blanco, Ramón Cirilo
Nació en Corrientes en 1963 y llevó el apellido de su madre, Porfidia Blanco. Sirvió en el Regimiento de Infantería Nº 12 y formó parte del grupo “Mercedes”. Su familia lo considera como una persona tímida, callada y que dedicaba muchísimo esfuerzo a sus tareas en el campo.
Según reveló su hermano, Claudio Morales, el día de la despedida, su madre le cocinó casi una docena de huevos fritos y “un bife grande”.
La fecha de su muerte es incierta. Se cree que perdió la vida durante la cruenta batalla de Darwin-Pradera del Ganso.
Fue ascendido a cabo post mortem. En su honor, una plaza en el barrio San Jerónimo de El Pontón, donde creció, lleva su nombre.
Blas, Oscar Humberto
Oscar Blas era sargento del ejército tucumano desde muchos años antes del inicio de la guerra. Conoció a su esposa Nora en un supermercado de San Miguel, donde ella trabajaba como cajera. Apenas se vieron dos veces y él ya le propuso matrimonio.
Al momento del inicio de la guerra, Nora estaba embarazada de la cuarta hija del matrimonio, Lucía. “Eran inicios de mayo. Yo le rogué, le pedí una y otra vez que no se fuera. Tenía tres hijos muy chicos y encima estaba embarazada de Lucía. Él me dio un beso en la frente y me respondió: ‘Tengo que estar ahí. El 90% de mi vida se la debo al Ejército y el 10% a vos‘…”, relató Nora.
Blas fue el único combatiente nacido en la provincia de Salta muerto en Malvinas. Perdió la vida el 30 de mayo durante una patrulla con el Comando 602, en Bluff Cove Peak.
Su chapa identificatoria fue una de las primeras encontradas durante la exhumación de los cuerpos en el cementerio de Darwin durante el 2017.
Bordón, Luis Jorge
Las calles de tierra de Lobos conocían demasiado bien las piernas de Luis Jorge Bordón. Desde muy pequeño se hizo enfermo del fútbol y fanático de Boca. Jugaba en la calle durante todo el día. Ya más grande, trabajó en la estancia llamada “Merlín”, que pertenecía a una familia de buen pasar económico de la zona.
Bordón llegó a las islas el 13 de abril para defender el sector este del Puerto Argentino, en la Isla Soledad. Murió a raíz de un enfrentamiento en el Monte Tumbledown.
Su madre, María del Carmen Molina de Bordón, mantuvo las esperanzas de verlo regresar a su hogar hasta el mismo momento de la confirmación del ADN en la ex ESMA. De hecho, tomó la identificación de su hijo con tristeza y decepción.
Unos meses antes, la mujer habló y aseguró: “Yo no vi su cuerpo, ni su cajón, no vi nada. Por eso espero que se produzca el milagro”.
Cabrera, Ramón Ángel
Nació el 23 de marzo de 1963 en San Agustín, Córdoba. Pertenecía al Regimiento Nº 25 y fue trasladado desde el Puerto Belgrano a Puerto Argentino en el buque Irízar. De acuerdo a las cartas que le envió a sus familiares, en sus primeros días en Malvinas se mostraba entusiasmado:
“El domingo desembarcamos, nos llevaron hasta un pueblo que está allí en las Islas Malvinas que se llama Ganso Verde, los atacamos y entramos sin ningún problema, les hicimos juntar todos los autos y las motos y les sacamos todas las armas que tenían, son ingleses todos”.
“Cuéntenme algo del pueblo, si hay algo nuevo o no. Desde que estamos hace mucho frío, casi todos los días hay viento, acá no se ve ni una planta en la parte del campo. En esta parte que estamos los ingleses tienen muchos corderos y de esos nos dan a nosotros, también tienen mucho repollo y papa. Tienen un tambo y van a buscar la leche y recién a la tarde nos dan”.
Murió el 28 de mayo de 1982 durante la batalla de Darwin-Pradera del Ganso. Estaba bordeando el monte junto a su compañero Eduardo Ávila, cuando una patrulla de reconocimiento los alertó: “¡Los ingleses están muy cerca. Prepárense para una emboscada!”. Cabrera fue alcanzado por varias balas: “lo vi parado a Ramón y le grité que se tirara cuerpo a tierra, pero fue alcanzado por el fuego enemigo. Y lo veo morir arrodillado, bien al lado mío”, recordaría años más tarde el propio Ávila.
Cao, Julio Rubén
El caso de Julio Cao es quizás uno de los más emblemáticos entre los caídos en las Islas Malvinas. Con apenas 21 años, ya se había convertido en profesor de literatura en varias escuelas primarias del Oeste del Gran Buenos Aires.
Nació el 18 de enero de 1961 y vivió casi toda su vida en Ramos Mejía. Acudió a la guerra de Malvinas como voluntario y fue inscripto en el Regimiento de Infantería Mecanizado Nº 3. Al abandonar a su hogar, le afirmó a su madre: “No puedo quedarme acá, tengo que ir a defender a la patria”.
Murió durante la última batalla de la guerra, el 14 de junio, cuando fue alcanzado por un proyectil en la espalda en Monte Longdon. Nunca llegó a conocer a su hija, quien nació el 28 de agosto de 1982 y fue nombrada Julia María, en honor a su padre.
A lo largo de los años, se hicieron famosas las cartas enviadas por Cao tanto a su madre como a la escuela Nº 32 de Gregorio de Laferrere, donde trabajaba. Posiblemente, una de las más recordadas es la escrita a sus propios estudiantes:
A mis queridos alumnos de 3ro D:
No hemos tenido tiempo para despedirnos y eso me ha tenido preocupado muchas noches aquí en Malvinas, donde me encuentro cumpliendo mi labor de soldado: Defender la Bandera.
Espero que ustedes no se preocupen mucho por mí porque muy pronto vamos a estar juntos nuevamente y vamos a cerrar los ojos y nos vamos a subir a nuestro inmenso Cóndor y le vamos a decir que nos lleve a todos al país de los cuentos que como ustedes saben queda muy cerca de las Malvinas. Y ahora como el maestro conoce muy bien las islas no nos vamos a perder.
Chicos, quiero que sepan que a las noches cuando me acuesto cierro los ojos y veo cada una de sus caritas riendo y jugando; cuando me duermo sueño que estoy con ustedes.
Quiero que se pongan muy contentos porque su maestro es un soldado que los quiere y los extraña.
Ahora sólo le pido a Dios volver pronto con ustedes. Muchos cariños de su maestro que nunca se olvida de ustedes.
Afectuosamente,
Julio
Carballido, Sergio Alberto
Este joven bonaerense se llamaba Sergio Alberto pero era apodado “Pato”. Reconocido por ser uno de los grandes referentes de su grupo de amigos, su vida transcurría casi al completo en su amado club de Independiente. De adolescente practicaba natación y, antes de acudir a Malvinas, había aprobado el examen para ingresar a la facultad de Bioquímica.
Carballido murió el 10 de junio, cuando se defendía junto a sus compañeros del ataque del 2º batallón de Paracaidistas del ejército británico.
“Mi hijo era tan, pero tan, pero tan bueno. Sus amigos me contaron que él les decía que aunque tuviera al enemigo cerca, jamás los iba a matar. Yo creo que se quedó allá justamente por eso, por no matar“, afirmó a sus 84 años su madre Hilda Beatriz Díaz.
La biblioteca de la Escuela Media Nº 5 de Avellaneda, institución educativa a la que él acudió, hoy lleva su nombre.
Carrascull, Fabricio Edgar
Durante muchos años, su madre Isabel Esther “Ucha” López, creyó que su hijo había sido enterrado junto a otros 38 compañeros en una fosa común masiva en Pradera del Ganso. Incluso, llegó a creer que el cuerpo de su hijo había sido arrastrado por el agua y ya no yacía en tierras malvinenses.
Décadas después, “Ucha” López supo que la fosa común con los 39 soldados argentinos había sido temporal y que el cuerpo de su hijo había sido trasladado al cementerio de Darwin. Hoy yace debajo de la cruz D.B.2.17.
Carrascull nació en 1963 en Hernando, Córdoba. Se incorporó al Regimiento Nº 25 en Chubut en febrero de 1982. Permaneció allí con apenas 20 días de instrucción y luego partió hacia Malvinas.
Carrascull murió durante una ofensiva argentina a las Colinas de Boca House. Su superior, el teniente Roberto Estévez, sabía que el trabajo que se les había encomendado era una misión sin retorno. Era el sacrificio que se debía realizar con el objetivo de defender la posición en Darwin-Pradera del Ganso.
Carrascull murió ese 28 de mayo de 1982, con sus 18 años y apenas 20 días de instrucción, luego de que las balas británicas mataran a Estévez y al cabo Castro, que lo sucedió en el mando del grupo de artillería. “”¡Murió el teniente, murió el cabo! ¡Me hago cargo! Nadie se mueve de su puesto, economicen la munición, apunten bien a los blancos que aparezcan”, gritó en el medio de los estruendos de los morteros.
Carrascull perdió la vida a causa de un disparo en la cabeza, instantes después de haber comunicado por radio la frase: “”Los ingleses se repliegan, los hemos detenido y los obligamos a retirarse. ¡Viva la Patria!”.
Era fanático del rock nacional y del fútbol. Solía escuchar a León Gieco y a Serú Girán.
Castillo, Julio Saturnino
Julio Saturnino Castillo no podía ir a la guerra de Malvinas. Sufría un cuadro de ataques epilépticos que le impedían poder entrar en combate. Sin embargo, el hombre de 39 años se las rebuscó para acudir como voluntario.
Nacido en Malacara, Santiago del Estero, se incorporó a la Armada como conscripto del cuerpo de Infantería. Padre de dos hijos, acudió a la guerra en su rol de suboficial segundo. Durante su estadía en Malvinas, debió ser internado dos días por dos episodios epilépticos. Al recuperarse, le afirmó al superior que lo quería enviar a casa: “Señor, de aquí no me quiero ir hasta que hayamos terminado de hacer lo que teníamos que hacer… luchar”, le dijo.
Su muerte fue una de las más famosas de la guerra: el 14 de junio se encontraba en el Monte Tumbledown. Trataba junto a la Cuarta Sección de tiradores de la Compañía Nácar de contener el avance de la Guardia Escocesa. Mientras se encontraban en un montículo rocoso, aparecieron por detrás un grupo de soldados británicos que empezaron a disparar, y luego a agredirlos a bayonetazos. Castillo observó cómo estaban hiriendo al cabo segundo Amílcar Tejada y al conscripto dragoneante José Luis Galarza, cuando decidió intervenir.
“¡Inglés hijo de puta!”, le gritó a uno de los soldados británicos que atacaban a Galarza. Luego salió de entre las piedras para interrumpir el ataque, pero fue alcanzado por un disparo en su espalda.
Castillo fue galardonado por la Nación argentina con la Cruz al Heroico Valor en Combate, la condecoración más alta que se otorga en el país.
Cisnero, Mario Antonio
En el ambiente militar, Mario “Perro” Cisnero fue considerado una suerte del “Sargento Cabral” de la Guerra de Malvinas, debido a su tenacidad y su solidaridad absoluta con sus compañeros. Nació el 11 de mayo de 1956 en Catamarca y acudió a las Islas con 25 años. Precísamente se graduó en la Escuela de Suboficiales del Ejército Sargento Cabral.
Acudió a Malvinas en la segunda quincena de mayo en su grado de Sargento. Integró la Compañía de Comandos 602. Acudió a la guerra de manera voluntaria y al estallar el conflicto decidió donar la mitad de su sueldo al Fondo Patriótico.
Murió el 9 de junio de 1982, durante un combate contra las fuerzas del Servicio Aéreo Espacial del Ejército Británico.
Octavo de diez hijos, es recordado por su familia como un chico alegre, extrovertido y solidario, que demostró un carácter fuerte desde pequeño. Sólo su hermano Héctor supo que se iba a la guerra, no quería preocupar a su familia.
En homenaje a su labor militar, la 1° sección de la Compañía de Tropas Especiales de la República de Panamá lleva el nombre de Mario Cisnero. También en la Compañía de Comandos “Chorrillos”, en la República de Perú, país en donde fue declarado Héroe Nacional; en el Hall Histórico de la Compañía de Comandos 601 en Campo de Mayo, el aula de Instrucción en el Destacamento de Inteligencia 143 en Neuquén, y en el aula de instrucción de Cuadros en el Destacamento de Inteligencia 162 de La Pampa, entre otros lugares.
Dábalo, Juan Carlos
Juan Carlos Dábalo era uno de los ocho hermanos de una familia muy humilde de Chaco. Debido a una prolongada enfermedad de su padre, tuvo que abandonar sus estudios primarios y dedicarse a trabajar desde niño.
Trabajó de vendedor ambulante junto a una hermana y empezó a aprender a leer y a escribir recién cuando hizo el servicio militar en el Batallón de Infantería de Marina Nº 5, en Río Grande.
El Estado informó en un primer momento a la familia que estaba desaparecido y después confirmó su muerte, aún sin saber dónde estaba el cuerpo. Todavía se desconocen las circunstancias en las que perdió la vida en Malvinas.
Su familia fue una de las primeras que luchó por la identificación de los 123 “soldados conocidos sólo por Dios”, en el cementerio de Darwin.
Díaz, Carlos Agustín
Un joven tímido, callado y con dificultades para socializar. Carlos Díaz era uno de los ocho hermanos de otra familia humilde de General Pinedo, en Chaco. Era hincha de Boca, jugaba muy bien al fútbol, pero su verdadera pasión eran los caballos. Trabajaba como jornalero en una zona rural y hacía destronques con un hacha.
Durante décadas, la familia recibió un sinfín de rumores sobre la suerte que corrió Carlos Díaz en Malvinas. Se les dijo desde que estaba herido, que le faltaba una pierna, hasta que estaba sano y salvo para regresar a su casa. Recién en 2017, su madre Victorina recibió la noticia de que su hijo se encontraba enterrado en Darwin. Aún resta poder definir cómo y cuándo perdió la vida el joven chaqueño de 18 años.
Dworak, Vladimiro
Vladimiro Dworak nació en Campo Largo, un pequeño pueblo de la provincia de Chaco. Formó parte del equipo de fuerzas de tareas de Mercedes. Sus labores se llevaron a cabo entre Darwin y Pradera del Ganso.
Dworak perdió la vida durante un enfrentamiento con paracaidistas británicos en Puerto Darwin. Su compañero de fosa, el correntino Raúl Cardozo, relató cómo fueron sus últimos instantes de vida: “De noche casi no dormíamos porque era un constante bombardeo, se escuchaba el silbido de las bombas y que enseguida explotaban a metros de nosotros (…) Vi caer a camaradas muy cerca mío, recuerdo que el camarada Vladimiro Dworak de Campo Largo murió en combate a unos 50 metros mío“, afirmó.
Echave, Horacio José
Nació en Bolívar y es el quinto de una familia de siete hermanos. Abandonó la escuela de muy pequeño para ponerse a trabajar en la colocación de antenas de televisión.
La última vez que comió en su casa, junto a su familia, fue el 29 de marzo. “¡Mamá, nos agarramos las Malvinas y nos vamos para allá!”, le dijo a su madre Nélida. “Yo estaba cocinando y le contesté:’ ¡Ay, Horacio… A vos te hacen creer cualquier cosa!’. A los tres días se vio por televisión que habían tomado las islas. Y te juro que yo no le creí”, le dijo la mujer.
Echave murió el último día de combate, cuando se defendía una posición en Puerto Argentino. Según el coronel Esteban Lamadrid, falleció de manera instantánea al ser impactado por una esquirla. Otras versiones dicen que en el momento del repliegue, se le cayó el casco que contenía dinero dentro. Al intentar rescatarlo, se separó del grupo y quedó demasiado expuesto.
Horacio nunca llegó a enterarse de que su madre estaba embarazada de Juan Pablo, quien nació el mismo año de su muerte.
Falcón, Miguel Ángel
Su familia afirma que Miguel Falcón siempre fue un niño rebelde. No acataba demasiado las reglas, ni en casa ni en el colegio. De hecho, era famoso por escaparse todas las semanas al menos un día de la escuela. También evitaba estar en casa, se la pasaba divirtiéndose con sus amigos en las calles de Barranqueras, Chaco.
Murió en el enfrentamiento del Monte Longdon y entre sus pertenencias se encontró un mazo de cartas españolas. Su figura de referente para sus colegas fue advertida por varios ex combatientes.
De hecho, esa rebeldía juvenil fue la que le hizo protagonizar una historia memorable en la noche de su última batalla. El suceso fue relatado en una carta por otro ex combatiente:
“La noche del 12 de junio cuando los ingleses nos atacan, en un real infierno, con cientos de proyectiles y lluvia de trazantes que cruzaban el cielo, veo que se prepara la primera sección de nuestra compañía en apoyo a la Compañía “B”. Eran un teniente, un cabo y 44 colimbas civiles como yo, soldados no profesionales, que estaban desnutridos. Los veo prepararse en la oscuridad, todos en fila india, en silencio, temblorosos. Entonces, de la fila, saltó un soldado que estaba muy flaquito, un pibe que era muy humilde, -Falcón- y empezó a arengarlos, a aplaudirse las manos, flexionándose, con el FAL rebatido en la espalda, y les gritaba, como Pichot a los Pumas: ‘¡Vamos carajo!!, ¡Ingleses de mierda, los vamos a reventar!’ (…) Surgió un líder de la nada, un tipo que, en las circunstancia más límite, le dio ánimo al resto”.
Su acción quedó registrada en libros británicos como uno de los actos más heroicos de los enfrentamientos terrestres en Malvinas. De los 46 que salieron, volvieron 25. Falcón fue uno de los que se quedó allí.
Fernández, Luis Roberto
Nació en Villa Ángela, Chaco. Tenía un solo hermano, Miguel Gaspar. Al momento de ser llamado para acudir al servicio militar cursaba el tercer año de la Escuela de Comercio Nº 7. Así se mudó durante dos años a Río Grande, Tierra del Fuego.
Era el bromista de la familia y solía arrancarle una sonrisa a su hermano y a su madre Emilia cada vez que podía.
Después de sus dos años en Tierra del Fuego, acudió a Puerto Argentino para formar parte de la Batería 8113 del Batallón Comando Campaña Militar de Puerto Belgrano.
Murió el 11 de junio en la batalla de Monte Longdon: recibió un disparo cuando abandonó su escondite. Según relataron testigos, falleció justo en el momento que estaba lanzando una bengala. Su intención era lanzar una bengala que intentara exponer la posición del enemigo.
Ferrau, José Ramón
Nació en Corrientes y vivió durante la mayor parte de su vida en la zona rural de la ciudad de Mercedes, donde hizo el servicio militar. Vivía en una casa sencilla, sin luz ni gas junto a sus padres y sus ocho hermanos.
Fue ayudante de su tío en un taller mecánico llamado “Monchito”, en honor a su apodo. También trabajó como tractorista y en sus ratos libres disfrutaba de su pasión por las carreras cuadreras.
Su muerte fue uno de los hechos más confusos de la guerra. El Estado dio en un inicio precisiones sobre su paradero, pero luego fueron datos erróneos.
Diez años después del combate, un ex combatiente les dijo a sus padres que Ferrau había sido ejecutado por las fuerzas británicas cuando agonizaba por haber pisado una mina. Esa historia era falsa: gracias al cotejo de los análisis de ADN, se comprobó que su cuerpo recibió cuatro disparos de balas y no tenía quemaduras. Cayó en la Batalla de la Pradera de Ganso.
Ferreyra, Aldo Omar
Fue uno de los últimos soldados reconocidos en el proceso de identificación de las pruebas de ADN. Murió un día antes de cumplir los 20 años. Fue en el Monte Longdon, mientras defendía una posición junto al Regimiento de Infantería N° 7 de La Plata. Es uno de los tres soldados procedentes de la Costa Atlántica argentina que perdieron la vida en Malvinas. Su familia aún vive en Santa Teresita.
Su líder de batallón Raúl González lo recordó con una imagen muy emotiva, sucedida precisamente el día anterior a su muerte. Vio a Ferreya apoyado sobre una piedra. Leía una carta y lloraba. El jefe le preguntó qué le ocurría y el soldado respondió:
“Es que mi viejo me dice que está muy orgulloso de mí y eso me pone muy feliz, justo ahora, que pasado mañana cumplo los 20 años y al final pone que me quiere…”.
Al otro día, Ferreyra fue quien precisamente se encargó de advertirle sobre la llegada de las tropas británicas al enfrentamiento que luego provocaría su muerte.
Ferreyra, Diego
Diego Ferreyra nació en el marco de una familia muy humilde en Costa Batel, Corrientes. Según relató su hermano Fabián, era un chico con las costumbres típicas del campo. Amaba a los caballos más que a cualquier otra cosa en el mundo.
Realizó el servicio militar en Río Grande, Tierra del Fuego, y luego fue trasladado a las Islas Malvinas.
Murió el último día de la guerra, durante la madrugada del 14 de junio en el Monte Tumbledown, cuando la cuarta sección de la compañía BIM 5 a la que pertenecía fue atacada por la retaguardia.
Durante los años posteriores se le rindieron numerosos homenajes. Hoy, una escuela de Costa Batel lleva su nombre y también aparece en la letra de un chamamé escrito por Julián Zini y Mario Bofill llamado “Los Ramones”, en el que se conmemora a los soldados correntinos caídos en las Islas.
“De dos maneras murieron
nuestros sueños estafados
Como el Esteban Hernández
dejándose estar… finado
o como el Diego Ferreyra,
solita su alma y rodeado,
florecido en sapukay,
como un puma acribillado!”.
Folch, Andrés
Nació en Tucumán en 1962 pero se radicó desde muy pequeño en Loma Hermosa. Su familia nunca se enteró de que había viajado a las Malvinas una vez que Folch ya se encontraba en territorio insular. Fue uno de los primeros soldados en llegar a las Islas.
Perteneciente al regimiento de La Tablada, murió durante la batalla de Puerto Argentino tras ser alcanzado por un misil junto al soldado Julio Cao, quien también fue identificado en el Plan de Proyecto Humanitario.
Hoy, la calle en el humilde barrio de la zona de Loma Hermosa donde vivía su familia lleva su nombre. Lo mismo ocurre con una escuela del lugar. De hecho, en la puerta de la que era su casa, dos de sus sobrinos pintaron un mural con la figura de un combatiente en honor a Folch.
Frías, Carlos Alberto
Nació el 15 de octubre de 1962 en la localidad de Mercedes, Corrientes. Formó parte del Regimiento 12 de Infantería.
Murió el 28 de mayo de 1982 durante la batalla de Darwin. Había sido malherido durante un enfrentamiento terrestre y fue derivado al hospital británico de Bahía Ajax, dentro de las Islas. No pudo reponerse.
Su mamá, Petrona, viajó cuatro veces a las Islas Malvinas pero no llegó a poder despedirse de la cruz D.A.5.18. La identificación se confirmó la noche anterior a la última visita de familiares al cementerio de Darwin. Su cuñada, Fermina Ojeda, y su sobrina, Cynthia Frías, lloraron sin parar ante una tuma cuyo mármol negro todavía rezaba “Soldado argentino sólo conocido por Dios” y contenía un papel impreso, donde estaba escrito el nombre de Frías.
“Ahora espero que puedan venir los padres de Carlos y mi marido, su hermano. Ellos son los que más necesitan estar acá”, le afirmó Fermina a Infobae.
Gabrielli, Fabián Mario
Fabián Gabrielli nació en Munro, La Matanza, e integró una familia muy humilde. Desde joven dejó en claro su intención de alistarse en el ejército. Por eso, acudió a la guerra como soldado del Escuadrón Exploración Caballería blindada 10º. Murió en los primeros días de junio durante un enfrentamiento con tropas británicas en Wireless Ridge.
García, Sergio Ismael
Nació en Mabragaña, provincia de Entre Ríos. Realizó la escuela primaria en su ciudad natal y luego se mudó a Buenos Aires para cursar la escuela secundaria.
De joven se recibió de Cabo y luego viajó a Córdoba y a Colonia Sarmiento, en Chubut. Tenía un hijo de tres meses antes del inicio de la guerra y vivió casi todos sus días en la Patagonia argentina.
Murió el 28 de mayo en Pradera del Ganso, cuando cubría el repliegue de dos compañeros en un contraataque. Tenía 23 años.
“Según me comentaron los soldados, era muy querido por el resto de los compañeros”, contó su hermano, Bienvenido García.
Era el jefe de José Honorio Ortega, otro de los soldados que fueron identificados por el análisis del ADN.
Gattoni, Alfredo
Es el único soldado caído en Malvinas nacido en San Antonio Oeste, Río Negro. Al momento de la guerra tenía 27 años. Acudió al archipiélago ya que meses antes del conflicto había solicitado una prórroga del servicio militar.
Era fanático del cine y del automovilismo y era el encargado del “procesamiento del Prode”, dentro de su regimiento.
Al momento de la guerra, Gattoni se encontraba apenas a dos materias de recibirse de arquitecto en la Universidad de La Plata. Formaba parte de la Compañía C del Regimiento N° 7 de La Plata.
Murió el 13 de junio durante la defensa de una posición en Wireless Ridge. Su viuda, Norma, recibió el certificado de defunción con un documento que le entregaron por debajo de la puerta de su casa.
Ella se quedó con una frase que él siempre le repitió: “Siempre hay tiempo para confiar en los demás”.
Giraudo, Horacio Lorenzo
El 31 de enero de 1982, toda la familia Giraudo se reunió en casa para celebrar el cumpleaños de Horacio y de su hermano mellizo Oscar. Fue el último encuentro con el joven militar, antes de que partiese al servicio militar obligatorio. Él no sabía que terminaría acudiendo a las Malvinas.
La última noticia suya recibida por la familia fue el 3 de abril, cuando llegó a las Islas.
En esa misma carta, le envió unas felicitaciones a su hermano Fernando “por la brillante inversión que hizo comprándose el Fitito”.
Murió después de estar internado en el Hospital Británico, a causa de las heridas sufridas durante un combate en Pradera del Ganso.
Al momento de la identificación del cuerpo, sus restos descansaban junto a un rosario, un silbato, un par de medias, dos calzoncillos, pantalón, pañuelo, una navaja, un cartucho, una camisa, bufanda, chaleco y la chaqueta militar. “Ahora pudimos cerrar verdaderamente esta historia de incertidumbres y dudas”, reflexionó su hermano Oscar.
Gómez, Mario
Nació el 22 de julio de 1962 en Corrientes. Desde muy pequeño tenía el sueño de convertirse en soldado. Formó parte del Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 4. En su rol de suboficial, era el jefe del grupo de tiradores. En un primer momento fue destinado al Monte Wall. Luego llegó hasta los montes Harriet, Challenger y Dos Hermanas.
Murió el 11 de junio de 1982 durante la batalla más cruel y decisiva de la guerra, en la que se enfrentaron 260 argentinos ante nada menos que 600 soldados británicos. Fue alcanzado por múltiples esquirlas de bombas y metrallas. Perdió la vida con su fusil en mano.
González, Miguel Ángel
El menor de cuatro hermanos de una familia pobre de Avellaneda, provincia de Buenos Aires. Se fue a las Islas Malvinas un día después de haber cumplido los 18 años. Dos meses antes, su madre había muerto a raíz de un cáncer.
Una tarde de marzo abandonó su casa para ir al Regimiento 7º de La Plata y nunca más volvió a ver a su familia. Tampoco envió cartas a su familia.
Perdió la vida en la batalla del Monte Longdon. “Según me dijeron algunos compañeros suyos, antes de morir lo último que dijo fue ‘bueno, por lo menos voy a ver pronto a mi mamá’“, reveló su hermano Héctor, a Infobae.
González, Néstor Miguel
Era el segundo de seis hermanos de una familia de Ensenada. Después de terminar la escuela secundaria, trabajó durante varios meses en la zapatería de un tío. Era bailarín de folclore y formaba parte de la Agrupación Tradicionalista y Campo de Pato La Montonera en su ciudad.
Formaba parte del Regimiento 7º de La Plata y partió a Malvinas a sus 20 años. Durante su periplo en las Islas, mandaba cartas asiduamente a su familia. En una de ellas, González advirtió que si perdía una pierna o un brazo, no quería regresar a la Argentina en esas condiciones.
Murió al ser alcanzado por las esquirlas de un mortero en Puerto Argentino. Al finalizar la guerra, la familia lo fue a buscar al Regimiento 7º, pero él nunca llegó.
Giuseppetti, Sergio
Nacido en 1961, vivía en el partido bonaerense de San Martín con sus padres y su hermana. Transitaba el curso de ingreso para entrar a la Facultad de Ciencias Exactas para estudiar biología cuando fue convocado al servicio militar.
Como conscripto, pasó tres meses de instrucción inicial en el Centro de Formación de Infantería de Marina en Pereyra Iraola. De ahí lo trasladaron a la ciudad de La Plata y luego a un destacamento en Punta Alta, muy cerca del puerto de Bahía Blanca. Malvinas fue el último sitio que visitó con vida.
Giuseppetti formaba parte de una batería de comando que improvisó una trinchera en Monte Longdon. Llevó allí sus libros universitarios con la ilusión de poder seguir estudiando en sus tiempos libres.
Cuatro meses después de que terminara la guerra sus padres fueron notificados de la muerte, ocurrida en la cruenta batalla de Monte Longdon.
Gómez, Eduardo
En 1982, a los 19 años, Eduardo Gómez estaba cumpliendo el servicio militar obligatorio en Monte Caseros, provincia de Corrientes, cuando fue convocado para ir a Malvinas. Era chaqueño y llevaba el apellido de su mamá, Estelvina Gómez.
Como soldado del RI 4, pasó de la capital de Malvinas a Monte Wall. Sin contar con armas de largo alcance, el RI 4 estuvo sometido al fuego de hostigamiento de la artillería naval y de tierra británicas. La noche del 11 al 12 de junio se libró el combate final en los montes Dos Hermanas y Harriet, donde murió.
35 años después, lo recuerda Norma, su hermana: “La herida de la ausencia no la cerré y nunca cerrará, se aprende a vivir con el dolor y con la tristeza”.
Gómez, Rubén Horacio
Nació en la localidad de Presidencia Plaza, Chaco, en 1963 en una familia de 10 hermanos. Cursó la primaria en la Escuela Nº 454, que hoy lleva nada menos que su nombre. Antes de finalizar séptimo grado, ya trabajaba junto a algunos de sus hermanos en una desmontadora de algodón. Jugaba al fútbol en el Club Comercio de Presidencia Plaza como defensor central.
Pocos días antes de partir hacia la guerra Rubén salió del cuartel y pasó por su humilde casa familiar para despedirse. “Cuando vuelva me caso”, les anunció a sus hermanos con una sonrisa.
Murió el 28 de mayo de 1982, cuando se adentró junto al cabo Héctor Miño en la zona de Darwin-Pradera del Ganso para verificar si unas tropas que se divisaban a lo lejos eran propias o enemigas. Finalmente, ese grupo en posición ofensiva era integrado por soldados británicos. Se cree que perdió la vida después de ser alcanzado por un mortero.
Gramisci, Donato Manuel
Nacido en Avellaneda, era fanático de los Rolling Stones y del rock británico. Según su hermana Nora, ese 28 de marzo en el que se vieron por última vez, Donato Gramisci no sabía adónde iba a viajar.
Algunos testigos indicaron que era el responsable de animar a sus compañeros al entonar temas con su guitarra.
Su muerte estuvo rodeada por el misterio. Incluso, se estima que Gramisci pudo haber sido víctima de un crimen de guerra por parte de las fuerzas británicas.
Un reportaje del medio inglés The Independent de hace unos años, indicó que tanto Donato como su compañero Ramón Quintana fueron heridos en la batalla de Monte Longdon y fueron “bayoneteados” por paracaidistas británicos cuando estaban ya rendidos ante la mirada atónita de su camarada Néstor Flores.
Herrera, Ricardo Horacio
Al momento de acudir a las Islas Malvinas, Ricardo Herrera recién había terminado los estudios secundarios en el Colegio Nacional de La Plata. Estaba muy entusiasmado con la idea de poder iniciar la carrera de Ingeniería.
Como tantos otros soldados, acudió a la guerra cuando ya estaba de baja. Lo convocaron pese a que ya no prestaba el servicio militar. Su familia lo consideró todo el tiempo como “un nene en el medio de la guerra”. A sabiendas de esta situación, Ricardo se encargó de mandar cartas a sus familiares casi todos sus días en las islas. El mensaje era el mismo de siempre: “Yo estoy bien acá, sigan con sus vidas normalmente”.
“Al principio me escribía diciendo que todo estaba bien. Que no me preocupara. Me daba ánimo y me pedía que fuera fuerte. Pero con el tiempo las cartas se fueron convirtiendo en telegramas y los mensajes empezaron a ser todos iguales: ‘estamos bien, muchos saludos’. Nada más. Yo sabía que esos telegramas no eran de Ricardo; los escribían otras personas. Por ahí los oficiales. Ahí no había sentimientos, no había palabras, no había nada“, aseguró su madre Nieves.
Según el Regimiento 7º de La Plata, Herrera murió el 11 de junio, pero su familia nunca terminó de confirmar si fue realmente esa fecha. Tampoco tomó noticia de las condiciones en las que perdió la vida.
Horisberger, Juan Domingo
Juan Domingo Horisberger nació en La Paloma, Tigre, en 1962. Formó parte del Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 6, era apuntador de ametralladoras.
Se desenvolvió en el Cerro Dos Hermanas y según comentó el teniente primero Carlos Walter Galarza, protagonizó una batalla heroica junto a su compañero Oscar Ismael Poltroneri poco antes de morir: “Logran frenar el avance de toda una compañía británica. Los ingleses dicen que esas dos ametralladoras, eran dos verdaderos demonios, cada vez que levantaban la cabeza los hacía bajar una nueva ráfaga proveniente de un lugar inesperado, combinando de esta manera, entre ambas ametralladoras, el fuego y movimiento de manera sincronizada. Esto permitió el repliegue del resto de su sección”, dijo Galarza.
Murió al intentar arreglar una de las ametralladoras. Debía cambiarle el aceite, ya que el utilizado por las tropas argentinas se ponía espeso ante las temperaturas bajo cero. Perdió la vida al ser alcanzado por una metralla británica.
Hornos, Carlos Alberto
Teresa Cristina Gamalero de Hornos, la madre de Carlos Hornos, guarda hasta el día de hoy los pantalones, las medias, los calzados, las fotos y tiene las camisas limpias y planchadas de su hijo. De manera rutinaria, sigue lavando sus prendas y actúa como si estuviera todavía presente.
La relación entre ambos fue muy apegada. Cada vez que salía de casa, Carlos le dejaba cartelitos en los que le indicaba adónde iba o cuándo regresaría al hogar.
Carlos Hornos partió hacia Malvinas a mediados de abril. Pocos meses antes había nacido su hijo Carlos Héctor.
Hornos murió el 8 de junio junto a otros tres compañeros cuando el bote en el que se desplazaban para buscar comida tocó una mina antitanque del propio ejército argentino.
Inchauspe, Jorge Alberto
Durante muchísimos años, la familia de Jorge Inchauspe todavía creía que su hijo había sido tomado como prisionero, liberado, trasladado a Europa y que en la actualidad vivía allí en una suerte de clandestinidad.
De muy chico, Inchauspe se apasionó por deportes como el fútbol y el handball y, si bien se destacaba por su timidez, contaba con un grupo social muy amplio.
Cuando tenía 19 años, ya en la Marina, sufrió una lesión jugando al fútbol y le enyesaron una pierna. Por miedo a quedarse fuera del traslado a Malvinas, se quitó el yeso con sus propias manos.
Integró el Batallón Comando de la Brigada de Infantería de Marina Nº 1 y marchó a Malvinas. Murió el 14 de junio en uno de los combates más sangrientos en Monte Longdon.
Indino, Ignacio María
Ignacio Indino, “Imi”, nació en Adrogué, provincia de Buenos Aires. Era el hijo único de una cantante lírica que llegó a actuar en el Teatro Colón. Sus amigos indicaron que le gustaba el esquí, la motocross y era especialista en las carreras de autitos electrónicos Scalextric.
El veterano Miguel Savage, quien fuera compañero suyo en el colegio Euskal Echea y su camarada en la Guerra de Malvinas destacó su espíritu solidario en las Islas: “Siempre me conseguía algo de comida cuando pasábamos por allí hambreados”, escribió en su cuenta de una red social.
Murió la noche del 12 de junio, cuando un misil del Sea Harrier impactó en el edificio Moody Brook.
Hoy, una escuela de Longchamps y una plaza en la localidad de José Mármol llevan su nombre.
Juárez, Alberto Manuel
Nacido en Avellaneda en 1962, Alberto Juárez estaba empecinado en convertirse en empresario. Sin embargo, tuvo que abandonar su carrera de Ciencias Económicas cuando debió acudir al servicio militar obligatorio. Lo convocaron para viajar a Malvinas diez días después de su baja.
Alberto viajó al archipiélago pese a los numerosos intentos de su hermano Carlos por impedirlo.
El propio Carlos reconocería luego que en el medio de la guerra, Alberto le envió una carta en la que le transmitía “que todo estaba cada vez peor” y que no sabía si iba a poder salir vivo del conflicto.
Juárez murió el 10 de junio en una de las batallas en el Monte Longdon.
Juárez, Víctor Hugo
Era uno de los pocos soldados de Malvinas criado en Tierra del Fuego. Había nacido en Salta. Se unió a la Marina desde muy joven.
Formó parte del Batallón de Infantería Nº 5 y perdió la vida el 14 de junio durante la batalla en el Monte Tumbledown, el último puesto estratégico defendido por los militares argentinos. Juárez murió en el repliegue junto al dragonante de Infantería Ricardo Ramírez, cuyos restos fueron identificados también por la Cruz Roja.
Uno de sus hijos, Gustavo, hoy pertenece a la Marina argentina. Se unió a la fuerza militar como un modo de homenaje a su padre.
Labalta, Oscar Eduardo
Nació en Concepción del Uruguay, Entre Ríos. Después de completar la escuela secundaria, arribó a las Malvinas sin que ningún familiar lo supiera. De hecho, llamó a su abuela desde las propias Islas. La familia no podía creer que fuera cierto y tuvieron que acudir a la Compañía a la que pertenecía para confirmar tal noticia.
De familia de tradición militar, acudió al archipiélago ya en su rol de cabo primero. Su hermano mayor, Miguel Ángel, participó como enfermero y actualmente vive en Santa Cruz.
El 12 de junio, una bomba cayó en el puesto donde él se desempeñaba como telegrafista en el Monte Longdon y murió en el acto.
Su padre, también militar, viajó a las Malvinas al poco tiempo de terminada la guerra. Allí le enseñaron el lugar donde había caído la bomba. Ya no quedaba nada.
La ciudad de Concepción del Uruguay decidió darle su nombre a la calle 12 del Oeste Norte.
Larrosa, Pedro Florentino
Nació en 1952 y formaba parte del Regimiento de Infantería Mecanizado Nº 3. De acuerdo a datos oficiales, murió el 14 de junio en la batalla del Monte Sapper Hill al ser alcanzado por un proyectil procedente de las fragatas británicas.
Así y todo, todavía hay dudas sobre su deceso. El suboficial Isidro Abel Vides aseguró que el sargento primero Larrosa murió en la madrugada del 12 de junio: “En horas de la noche, en oportunidad de producirse uno de los bombardeos navales a los que nos tenían invariablemente acostumbrados las fragatas inglesas, fallecen en la posición, que se encontraba al costado de los galpones de la Usina (del aeropuerto de Puerto Argentino) y que era ocupada en caso de alerta, el Sargento 1ro Pedro Larrosa y el Sargento Eduardo Pereyra, ocasionando el fuego enemigo también dos heridos”.
Leyes, Roberto
Fue uno de los tantos soldados correntinos caídos en Malvinas. Realizó el servicio militar en el Batallón de Infantería de Marina Nº 5 de Río Grande, Tierra del Fuego.
Ya en las Islas, formó parte de la 3ª sección de Tiradores de la Compañía “Mar”.
Fue uno de los últimos tres soldados argentinos que murieron en las Islas. De hecho, perdió la vida en un combate producido aún después del rendimiento de la Argentina.
Ocurrió el 14 de junio en la colina Sapper Hill. Leyes formaba parte de un escuadrón que nunca pudo enterarse del final de la guerra. La declaración de alto el fuego se dio a las 10 de la mañana y su última batalla en la colina comenzó poco después de las 12 del mediodía.
Parte del batallón de Infantería Nº 5 intentó rechazar un helidesembarco en las inmediaciones. En el enfrentamiento posterior, Leyes perdió la vida, como también sus compañeros Sergio Robledo y Eleodoro Monzón.
Luna, Mario Ramón
Era uno de los tres soldados erróneamente localizado en la fosa común de cuatro caídos, después de la reforma de 2004 del Cementerio de Darwin. Su verdadera cruz era la D.B.2.4.
Nació el 10 de julio de 1963 en el paraje Pozo del Castaño, Santiago del Estero. Su padre nunca se hizo cargo, por lo que fue criado en soledad por su madre, Esther Luna. En el rancho donde vivía, ayudaba con la crianza de animales y el forraje. Apenas pudo aprender a leer y escribir.
Luna permaneció 36 días en las Islas Malvinas. Murió el viernes 28 de mayo de 1982 en Pradera del Ganso. Fue alcanzado por un disparo en la cabeza cuando intentaba refugiarse en una trinchera. Su misión era la de reabastecer de municiones a sus compañeros.
En la actualidad, la escuela Nº 417 de Santiago del Estero lleva su nombre.
Luque, Daniel Omar
Nació el 21 de julio de 1962 en San Luis del Palmar, Corrientes. Acudió a Malvinas junto al Regimiento de Infantería Nº 12, bajo las órdenes del teniente coronel Italo Piaggi.
Murió el 28 de mayo de 1982 cuando defendía la posición en Darwin. Fue alcanzado por proyectiles británicos cuando intentaba replegarse junto a su grupo, por orden del cabo Duillo Tello.
Maciel, Jorge Alfredo
Nació en 1963 en Villa San Alberto, un paraje de San Andrés de Giles. A sus 16 años empezó a trabajar como operario en una empresa textil pero su verdadera pasión estaba en la música. Así aprendió a tocar la guitarra.
Durante el servicio militar, su destino fue el Batallón Infantería Comando (BICO) en Puerto Belgrano. Cuando se desató la guerra, Maciel se ofreció como voluntario. Fue destinado al Grupo de Ametralladoras 12,7, para defender el Monte Longdon.
Las cartas que llegaron desde las islas mostraban que se sentía conmovido con el paisaje de viento y soledad: “Como ya les dije, estoy muy contento de estar defendiendo nuestras Islas Malvinas, que ya son nuestras. Y no se preocupen por mí, que si me matan no se pierde nada”, escribió.
Murió en la noche del 11 de junio en el mismo Monte Longdon, cuando fue alcanzado por un proyectil durante una cruenta batalla entre su grupo de ametralladoras y el cuerpo de paracidistas británicos.
En San Andrés de Giles tiene dos monumentos: uno en su ciudad natal y otro en el Mercado Central. Una calle y un colegio llevan su nombre.
Maidana, Julio Héctor
Es uno de los diez caídos en Malvinas nacidos en Lanús, provincia de Buenos Aires. Pertenecía al Regimiento de Infantería Mecanizada N° 7 de La Plata. Murió el 11 de junio, cuando su compañía defendía la posición argentina en el Monte Longdon. Una de las aulas de la Escuela Media N° 10 de Lanús lleva su nombre.
Marcial, Edmundo Federico
Nació en Santa María, Catamarca. Desde muy pequeño desarrolló un fanatismo por los animales. Así, se animó a crearse su propia granja en casa con los animales que él mismo criaba.
Después de estudiar en su provincia, se mudó a Buenos Aires para estudiar la secundaria en la Escuela Sargento Cabral.
Perteneció al Regimiento N° 12 General Arenales, en Mercedes, Corrientes. Acudió a la Pradera de Ganso con la Compañía A del regimiento. Ya poseía el rango de cabo. Se especializaba en rastrillaje y siempre formaba parte de la primera línea de combate.
Murió en la madrugada del 28 de mayo. En su última carta, fechada en el 13 de marzo, contaba que el clima de Malvinas era similar al de Tucumán y le pedía a su madre que se quedara tranquila.
Márquez, Rubén Eduardo
Fue el soldado identificado Nº 100 durante el Plan de Proyecto Humanitario. Nació en Coronda y perteneció a la Segunda Sección de Asalto de la Compañía de Comandos 602.
Murió el 30 de mayo de 1982 durante una operación de reconocimiento. En la madrugada d ese día, Márquez había recibido la orden de explorar junto al sargento primero Oscar Humberto Blas las alturas del Monte Simmons.
Apenas subieron un peñasco, se sintieron los ruidos de una ametralladora inglesa. Márquez llegó a gritar “¡Cuidado, emboscada!” antes de ser alcanzado por las balas de los militares ingleses en el Bluff Cove Peak. Oscar Blas murió junto a él.
A lo largo de los años posteriores, su madre Elda Gazzo se mostró muy activa en la lucha por una posible identificación de los cuerpos en Malvinas.
Acudió a todas las reuniones para que se avance en el tema. En 1998 Elda viajó a las Malvinas para acudir al cementerio de Darwin. Ella contó que, mientras dormía en un hotel, una mañana le apareció un cartel en la mesita de luz donde se afirmaba que su hijo yacía entre las tumbas 9 y 10 de la fila 5 del sector B, justo pegado al cuerpo de Blas. Fue así que la mujer decidió sacarse una foto junto a las dos cruces.
Elda murió en 2011 y nunca llegó a enterarse de la identificación de su hijo. Nunca se enteró tampoco de que Rubén yace en esa misma tumba donde ella se sacó una foto. Pero sí dejó un mensaje: “Si alguna vez lo encuentran, quiero que lleven mis cenizas a ese lugar. Quiero descansar con él”. Su deseo fue hecho realidad el último 13 de marzo de 2019, durante el segundo viaje de familiares de soldados identificados. Allí, en el cementerio de Darwin, su sobrina Lorna Márquez cumplió y esparció las cenizas junto a la lápida de mármol negro, debajo de esa cruz blanca tan emblemática.
Massad, Marcelo Daniel
Se trata de un deportista provisto de carisma, una personalidad muy fuerte y una persona muy querida por sus compañeros. Practicaba básquet y fútbol. Precisamente, llegó a jugar en la quinta división de Banfield en el puesto de arquero. Al momento de acudir a Malvinas, había aprobado el ingreso a la Facultad de Ciencias Económicas con una de las ocho mejores notas de 500 exámenes.
Durante la guerra de Malvinas, llevaba un rosario particular: la primera mitad era de color marrón, el que le había sido entregado en el ejército; la segunda mitad era blanco ambarino. Lo había recibido por parte de su madre.
Murió en la batalla del Monte Longdon al acercarse y advertir a un grupo de compañeros que no habían escuchado la orden de repliegue. Fue alcanzado por una ráfaga de ametralladora cuando seguía a esos compañeros que habían acatado la orden.
Mendoza, Ireneo
Ireneo Mendoza era otro correntino que se incorporó al Regimiento de Infantería Mecanizado Nº 12, en Mercedes. Se lo consideraba muy alegre y capaz de sacar una sonrisa de sus compañeros aun en los momentos más difíciles.
Murió el 28 de mayo en el terrible combate del Cerro Darwin, donde perdieron la vida unos 12 de los 70 soldados presentes en el conflicto. Fue la primera y única batalla diurna de la guerra.
Al momento de su muerte, Mendoza intentaba reforzar el techo de su refugio con chapa de zinc. Estuvo desprotegido durante apenas unos minutos, pero fue suficiente como para ser alcanzado por disparos.
Miguel, Daniel Enrique
Daniel Miguel es el único soldado caído en Malvinas nacido en Punta Alta. De una familia de tradición en la Armada, desarrolló sus estudios en la Escuela de Aviación Naval.
En la guerra se desenvolvió como teniente de corbeta y fue uno de los responsables de librar la batalla en el aire.
El 28 de mayo, recibió la orden de despegar con su nave Aermacchi MB-339 4-A-114 para defender a unos soldados argentinos que resistían en Puerto Darwin y Pradera del Ganso. Durante uno de sus trayectos, fue alcanzado por un misil lanzado por el marine inglés Rick Strange. Miguel vio el misil que estaba a punto de impactarle pero no fueron suficientes sus maniobras para evadirlo.
La familia del teniente vivió durante las décadas posteriores sin saber qué le había ocurrido al aviador. Se encontraba en condición de desaparecido. Hasta que un día de 2012, su hermano Sergio recibió un contacto de un tal “Rick Strange” en una red social. El mensaje más que claro: “Yo fui el que mató a tu hermano”.
Monzón, Eleodoro
Eleodoro Monzón nació en Quitilipi, Chaco. Era apodado el “Nene” y era un fanático de los caballos. No pudo terminar la escuela, ya que decidió ayudar a su padre en el campo. En 1981, luego de cumplir el servicio militar, fue convocado para acudir a un puesto en Ushuaia.
Fue uno de los últimos tres soldados argentinos que murieron en la guerra. Perdió la vida en la colina Sapper Hill. El escuadrón al que pertenecía no pudo enterarse del orden del cese al fuego y continuó batallando dos horas después del final de la guerra. Murió junto a Sergio Robledo y Roberto Leyes.
Monzón, Juan Carlos
Uno de los tres soldados caídos en Malvinas nacidos en la ciudad de Villa Ángela, Chaco. Miembro de una familia de ocho hermanos, era fanático del fútbol y de River. Al igual que su familia, se desarrollaba en la cosecha de maíz y algodón.
El 2 de abril, el “Gringo”, como lo apodaban, se sentó junto al resto de la familia en la mesa de la casa para compartir un asado. Allí les comunicó que al otro día partiría para las Islas Malvinas. Hubo emoción, orgullo y también lágrimas y llanto por parte de su madre. El miedo siempre estaba presente. Así y todo, sus hermanos afirman hoy que Juan Carlos no sabía del todo que iría a Malvinas para luchar en una guerra.
Acudió a las Islas como soldado del Regimiento de Infantería Mecanizado Nº 12 y murió el 28 de mayo, a causa de heridas causadas por una bomba caída en Pradera del Ganso.
Su familia le envió varias cartas durante el período de la guerra, pero nunca pudo confirmar siquiera si le llegaron. Mientras tanto, su madre Marciana le puso un plato vacío en la mesa familiar hasta el día en el que se confirmó la identificación.
Moschen, Carlos Alberto
Es uno de los tres soldados de Villa Ocampo, Santa Fe, que cayó en Malvinas. Sus familiares lo recuerdan como una persona sociable que apenas terminado los estudios se las rebuscó para ganar su primer dinero con la pintura de autos.
Alberto Moschen murió el 28 de mayo en la batalla de Pradera del Ganso. Precisamente, el libro Pradera del Ganso retrató los detalles de la batalla en la que perdió su vida.
“Con la Sección ‘Bote’ desplegada todavía sobre el faldeo sur de la hondonada que se abría ante ella, el cabo Luis Miño y el soldado Alberto Moschen fueron designados para efectuar el reconocimiento y avanzaron hacia la tropa observada. Momentos más tarde, a unos ciento cincuenta metros de distancia, una ametralladora enemiga abrió el fuego desde el sector de su aproximación y la ráfaga alcanzó al cabo y al soldado, quienes murieron en forma inmediata“.
Mosto, Carlos Gustavo
Carlos Mosto era de una familia de cinco hermanos de Gualeguaychú. Desde adolescente ya formó parte de los grupos de jóvenes religiosos de la parroquia de Luján, su pueblo. Era muy creyente.
Al momento de acudir a las Islas Malvinas se encontraba estudiando el tercer año de la carrera de Medicina en la Facultad de La Plata. Hizo el servicio militar en 1981 y se alistó como voluntario al año siguiente.
Murió el 11 de junio cuando un avión Sea Harrier británico bombardeó el cuartel en Moody Brook en el que se encontraba.
Desde hace varios años, la calle de Luján que antes se llamaba Estados Unidos pasó a llamarse, por ordenanza municipal, Soldado Mosto.
Ojeda, Guillermo Raúl
Guillermo Ojeda nació en Corrientes pero se fue junto a dos de sus hermanos a Buenos Aires de muy joven. Según relató su madre, Paula Francisca Borda, Guillermo viajó a Malvinas como voluntario para evitar que alguno de sus hermanos menores tuviera que hacerlo.
“Él se iba a dar la vida por sus hermanos y dio su vida por Gerardo, que también estaba haciendo el servicio militar“, dijo. Con su hermano Gerardo, Ojeda compartió la pasión por el fútbol y por la pesca en la Costanera sur.
Murió el 10 de junio de 1982 después de recibir un disparo letal en el estómago en las inmediaciones de la capital de Malvinas.
Olavarría, Víctor Oscar
Víctor Olavarría era un enfermo del fútbol. El gran sueño de toda su vida fue ser jugador de Boca. Fue criado en San Carlos de Bariloche por su tía Teodora Mariqueo, quien ejerció prácticamente de madre. “Contaba cosas muy tristes. Todo de la guerra, de qué hacían de lo poco que comían, de cómo andaban. Decía que estaba muy asustado, que no encontraban adónde ir y que les llovían balas por todos lados“, contó su tía.
Murió el 6 de junio en la batalla del Monte Dos Hermanas y su tía se enteró del fallecimiento semanas después, cuando arribó a Bahía Blanca un contingente de soldados heridos.
Hoy, una de las dos calles principales del barrio barilochense Nuestras Malvinas lleva su nombre.
Orozco, Pedro Alberto
Toda la familia lo llamaba Alberto o “Beto”. Desde muy pequeño mantuvo una relación muy cercana con su hermano Adolfo, un año más grande. Compartían desde los gustos musicales hasta salir todos los fines de semana a diversos boliches de Florencio Varela.
En 1982, ambos fueron llamados para viajar a las Islas Malvinas. Adolfo, en su condición de cabo, lo hizo en la artillería antiaérea del aeropuerto, en el cabo San Felipe. Por su parte, Alberto lo hizo en Monte Longdon. El hermano mayor se enteró del arribo de “Beto” recién por un telegrama enviado por el padre de ambos.
Ambos hermanos no pudieron cruzarse en las Islas por cuestión de minutos. Cuando Adolfo lo fue a buscar a la llegada de un nuevo contingente, Alberto ya había partido hacia el monte. No volvieron a verse nunca más.
Después de numerosas versiones encontradas, Adolfo se enteró el 19 de junio de que su hermano murió durante un enfrentamiento terrestre con los británicos en el mismo Monte Longdon.
Ortega, José Honorio
Era el único soldado de Santa Cruz caído en las Islas Malvinas. Formaba parte del Regimiento de Infantería Nº 25, en Colonia Sarmiento y fue destinado a la compañía B.
“Su último pedido fue que le hiciera tortafritas. Después tuvimos una charla familiar y nos dijo que se iba a ir un tiempo porque tenía ‘una misión especial'”, aseguró su madre Sonia.
La primera carta que envió desde el archipiélago tenía un mensaje de apenas tres palabras, todas escritas en mayúscula: “LLEGUÉ A MALVINAS”.
Murió en la batalla de Pradera del Ganso, cerca de las 11:30 de la mañana del 28 de mayo, después de que el jefe de su sección rechazara la intimidación a rendirse por parte de un oficial británico.
Ortega envió un total de seis cartas a su familia. En la última, le consultaba a su madre cómo marchaba el embarazo de su hermano. Nunca se enteró de que Sonia había gestado a dos hermanas mellizas, quienes nacieron dos meses después de su muerte.
Osyguss, Carlos Omar
Nació en Santa Sylvina, Chaco y combatió como parte del Regimiento de Infantería N° 4 de Monte Caseros, Corrientes. Pertenecía a una familia de testigos de Jehová.
Murió el 28 de mayo cuando un disparo le impactó en la frente, mientras se encontraba en la trinchera de la defensa de una posición en Puerto Argentino.
En el 2007, un militar encontró entre los desechos de una fábrica de cartón de Coronel Suárez una medalla con su nombre confeccionada desde el mismo Congreso de la Nación. Se intentó otorgar esa condecoración a la familia, pero la misma decidió rechazarla.
Hoy, el jardín de infantes N° 169 de Santa Sylvina lleva su nombre.
Oviedo, Héctor
Es uno de los 15 soldados caídos en Malvinas nacidos en Jujuy. Pertenecía al Regimiento 25° de Infantería, que fuera considerado por muchos como el mejor preparado para el combate y el que más muertes le produjo al ejército británico.
Murió el 28 de mayo en la Batalla de Darwin junto a su amigo y coterráneo Miguel Ángel Ávila, cuyo cuerpo también fue identificado en el proceso de análisis de las muestras de ADN.
En el acceso al barrio Los Perales, San Salvador de Jujuy, hay un mural de cemento en su homenaje.
Pascual, Miguel Ángel
El conscripto Miguel Ángel Pascual formaba parte del Regimiento de Infantería Nº 7 de La Plata. Había nacido en la ciudad de Quilmes y estaba convencido de que, para él, era una obligación estar en Malvinas.
Murió a los 19 años el 11 de junio, durante la batalla más sangrienta de la guerra, en el Monte Longdon.
En 2010 se presentó en Bernal un monumento de homenaje a su lucha y a la de otros siete soldados caídos en Malvinas. En un principio, el monumento se encontraba en la estación de tren Bernal, pero luego fue mudado al cruce entre la avenida San Martín y Zapiola.
Pavón, Alberto Genaro
Desde muy pequeño, en su ciudad de Sáenz Peña en Chaco, Alberto Pavón soñó con ser médico. Así, logró instruirse durante dos años en la carrera de medicina antes de partir hacia las islas.
Llegó a trabajar de canillita, de la mano de su tía “Totín” y a vender bolsas de polietileno fabricadas en su casa. Además, era un fanático de las películas del rey de las artes marciales, Bruce Lee.
Viajó a Malvinas como voluntario y formó parte de Compañía de Sanidad Nº 3 y asistió a centenar de compatriotas heridos. Murió el 10 de junio después de ser alcanzado por las balas de la artillería británica.
Su primo, el músico Jorge Pascual, escribió una poesía en su homenaje titulada “Todavía anda (ahí va el negro Pavón)”. Luego, Zitto Segovia le puso música y la convirtió en canción:
“Anda el Negro Pavón
Todavía anda
No importa que sus huesos estén en Malvinas.
Se suena el silencio de la nieve
Anda el Negro Pavón, todavía anda
Anda el Negro Pavón
Sangre chaqueña
Empuñando un fusil y una sonrisa
Las bombas no destruyen su inocencia
Anda el Negro Pavón
Sangre chaqueña”
Ramírez, Ricardo Argentino
Ricardo Ramírez es otro de los tantos soldados chaqueños que fueron identificados en el cementerio de Darwin. A los seis años se mudó a Lanús junto a su familia y soñaba con ser constructor, como su padre.
La historia de Ramírez se destacó por la falta de información: su familia no se enteró de su arribo a Malvinas hasta que aparecieron sus cartas desde el archipiélago y recién se enteraron de su muerte un mes después del final de la guerra.
En las islas, alcanzó el cargo de dragoneante y llegó a tener, apenas con 20 años, a seis compañeros bajo su mando.
Ramírez murió el 14 de junio durante la batalla del Monte Tumbledown. Se encontraba en pleno proceso de repliegue junto a sus compañeros cuando fue alcanzado por las esquirlas de un obús que explotó muy cerca. Quedó herido de gravedad.
Los testigos indicaron que el conscripto Sergio Pantano quiso llevarlo a un puesto médico, pero él se negó: “Dejame acá, me duele mucho. Mi mamá me está llamando, me quiero ir con ella”. Su madre había fallecido seis meses antes.
Junto a su cadáver se encontraron tres objetos: un cortauñas, una medalla con su nombre y un recuerdo de Ushuaia.
Ramírez, Rubén Norberto
Otro de los soldados chaqueños que perdió la vida en las Islas Malvinas. Rubén Ramírez nació en Tres Isletas, en el corazón de la provincia.
Durante su carrera militar se especializó en tiro. Por eso, se desempeñó como tirador del tercer grupo de la Compañía “B” del Regimiento de Infantería Mecanizada Nº 12.
Murió durante la primera batalla terrestre entre ambos bandos en Darwin. Poco antes, los militares británicos habían desembarcado en San Carlos.
Hoy, una de las calles de Tres Isletas lleva su nombre.
Ramos, Alberto Rolando
Desde muy pequeño impuso sus decisiones. Eligió ir al Liceo Militar por sobre las recomendaciones de su padre, de ir a uno industrial, y de su madre, de acudir a uno de curas.
Ramos fue agregado al Grupo 3 de Artillería, pese a que en los planes iniciales no iba a formar parte de él durante la guerra. Así, se desempeñó como observador adelantado de la primera sección de la Compañía B del Regimiento de Infantería N° 7.
Murió en el Monte Longdon, donde había permanecido luchando casi toda la guerra. Esa noche del 11 de junio, realizó su último llamado de alerta en la radio: “¡Fuego de iluminación sobre zona Oeste y Noroeste de Longdon! (…) Esto es un infierno, hay ingleses por todos lados. Gritan como locos, muchos caen pero vienen más. ¡Creo que estamos rodeados!“. Luego se hizo silencio en la comunicación y no se escuchó más nada.
Reyes Lobos, José
Era uno de los pocos soldados caídos nacidos en la Capital Federal. Hijo de una bailarina chilena y un prestigioso músico cubano. Era fanático de los alfajores y le apasionaba tocar la guitarra.
Entre 1981 y 1982 debió cumplir el servicio militar obligatorio en el Regimiento de La Tablada. Cuando faltaba apenas una semana para que terminara, fue embarcado hacia las Islas Malvinas.
A la semana de la rendición argentina, la madre María recibió una carta de puño y letra de su hijo. Tenía la esperanza viva de volver a verlo con vida.
Así, visitó durante semanas el Regimiento de La Tablada, sin respuesta alguna. “Durante estos 35 años lo he esperado siempre. Como no lo vi, no me dijeron una fecha ni me mostraron una tumba, para mí él podía estar perdido por ahí. Antes, cuando él venía del regimiento, me golpeaba la ventana y me decía: ‘Vieja, volví’. Yo esperé durante todos estos años que pasé algo parecido“, afirmó su mamá.
La noticia de la muerte de José fue brindada por un general de Infantería. La familia del soldado nunca mostró interés en saber las circunstancias de su muerte.
Ríos, Darío Rolando
Nació en La Escondida, Chaco, pero vivió la mayor parte de su vida en la ciudad bonaerense de Berazategui. Vivía en Plátanos Norte y tenía 24 años al momento de su muerte, cuando se desarrollaba como Cabo 1º del Regimiento 7º de La Plata.
Su madre Delmira, que hoy vive en condiciones de pobreza, aseguró que su hijo se fue a lo de una tía en Buenos Aires y ahí se enroló en el ejército.
Si bien su madre todavía cree que Ríos perdió la vida a bordo del Crucero Gral. Belgrano, la realidad es que el Cabo primero fue otro de los tantos que murió durante la batalla del Monte Longdon.
Su hijo Pablo, que nació poco antes de que el militar llegara a Malvinas, es quien cobra hoy la pensión de los ex combatientes.
“Con orgullo y felicidad puedo decir que Don Dario Rolando Rios descansa y descansará por la eternidad en Darwin sector A fila 1 cruz 12. Tener sus pertenencias en mis manos es estar tan lejos y tan cerca“, dijo su hijo Pablo.
Robledo, Sergio Ariel
Era uno de los 11 hermanos de la familia Robledo. Nació en Quilmes, pero a los 9 años se mudó a Florencio Varela. En su momento, era fanático del rock nacional. Escuchaba sin parar la radio La Mega. Era hincha de River y jugaba al básquet y practicaba natación.
Formaba parte de una familia evangélica y, según sus hermanos, se ponía intratable cuando estaba de mal humor. Era un apasionado de los perros, criaba ejemplares de la raza doberman. Antes de la guerra, cuando su padre perdió su trabajo, llegó a cartonear para poder llevar comida a la casa.
Fue uno de los últimos tres soldados argentinos que murieron en la guerra. Perdió la vida en la colina Sapper Hill. El escuadrón al que pertenecía no pudo enterarse del orden del cese al fuego y continuó batallando dos horas después del final de la guerra. Murió junto a Eleodoro Monzón y Roberto Leyes.
Rocha, Isaac Erasmo
Isaac Rocha nació en Capital Federal en 1962 dentro de una familia muy humilde. Vivió hasta los dos años en Villa Lugano, luego residió en el barrio La Quema y en Monte Grande.
“René”, como lo apodaban, pertenecía al Regimiento de Infantería Nº 7. Sus compañeros lo destacaron por su valentía y por su compañerismo férreo para con sus colegas de batallón.
Llegó a las Islas el 14 de abril con la responsabilidad de defender la posición en el Monte Longdon. Murió el 13 de junio, después de ser atacado por un grupo de paracaidistas.
Rodríguez, Andrés Daniel
Nació en Santo Tomé, Corrientes, el 13 de septiembre de 1963. Tenía seis hermanas y era muy fanático del fútbol y de Boca. Los familiares se referían a él como “Dani”. Vivió en su ciudad natal hasta los 16 años, cuando se mudó a Buenos Aires. Era muy sensible y no temía al exponerse sentimentalmente ante los demás. Le gustaba la música de León Gieco y el country rock.
Formaba parte del Regimiento de Infantería N° 4 y llegó a las Islas Malvinas el 27 de abril. Después de defender las posiciones en los montes Harriett y Two Sisters, murió el 6 de junio cuando intentaba hacer frente al ataque de un helicóptero británico en el Monte Dos Hermanas.
La escuela primaria “Gobernador Ruiz”, en el Paraje Atalaya, donde él cursó hoy lleva su nombre. Ese mismo establecimiento donde durante su séptimo grado acudía cada día del ciclo con la letra de “Sólo le pido a Dios”, de León Gieco en su tapa.
Rodríguez, Gustavo Mario
Nació en San Martín, provincia de Buenos Aires, el 16 de junio de 1962. Fue criado desde los tres años por sus abuelos Francisca y Eusebio después de la separación de sus padres. Era fanático del fútbol. Cuando le llegó el momento de partir a la guerra, formaba parte de las divisiones inferiores del club Talleres de Remedios de Escalada.
Murió el 11 de junio de 1982 en Moody Brooke, después de ser alcanzado por una de las bombas lanzadas desde los Sea Harrier ingleses. Durante ese mismo ataque murieron junto a él Carlos Mosto y José Indino.
“José Luis Sandino estuvo en la guerra con mi hermano y me contó cómo murió. Los militares nos dijeron que le había pegado una esquirla, pero la verdad fue otra: él entraba a una guardia y en ese momento pasó el avión inglés y tiró la bomba”, aseguró su hermana Adriana.
Rodríguez, Juan Domingo
“Mingo” Rodríguez es uno de los pocos soldados de la ciudad de Roque Pérez que lucharon en las Islas Malvinas.
Formó parte del Regimiento de Infantería Mecanizado Nº 6 y tuvo la responsabilidad de defender posiciones en el Puerto Argentino. Perdió la vida en las Islas junto a otros diez colegas de su Compañía.
En la actualidad, hay un monumento en su honor en la entrada a su pueblo natal. Además, su hermana Rosa recibió hace unos meses una condecoración por parte del Ejército argentino.
Rodríguez, Macedonio
Macedonio Rodríguez murió a los 19 años el 13 de junio de 1982. Combatió en Monte Longdon frente a los paracaidistas británicos. En 1999, María Inés, su madre, reclamaba por la aparición de su cuerpo: “Si supiera dónde está me acostumbraría a la idea. Pero él no fue identificado. Nunca lo voy a saber”.
Había nacido en San Luis del Palmar, Corrientes, en septiembre de 1962. Llegó a Malvinas con el Regimiento de Infantería 7 de La Plata, en donde hizo el servicio militar.
Rodríguez, Víctor
Nació en Banfield el 21 de julio de 1962 dentro de una familia muy humilde. Tuvo que interrumpir sus estudios para ponerse a trabajar. Unos meses antes de partir hacia Malvinas, se había puesto de novio con una joven llamada Mabel Godoy. Él le prometió volver de las islas.
Formó parte de la Compañía C del Regimiento 7 y permaneció durante la mayor parte de su actividad en la guerra en las trincheras de Monte Longdon.
Murió el 10 de junio de 1982 durante una dura batalla contra los paracaidistas del ejército británico. Fue alcanzado por esquirlas de metralla y mortero.
Durante años, la búsqueda de la identidad reposó en la madre del soldado y en su hermana, Nora Rodríguez. Y, para la sorpresa de gran parte de la familia, más de 30 años después de la muerte de Víctor, también apareció su novia de la juventud, Mabel Godoy, quien ya había formado familia con otro hombre, para tratar de saber qué había ocurrido con el cuerpo de su novio de la adolescencia.
Durante el último viaje de familiares al cementerio de Darwin, la propia Godoy y la hermana del caído fueron las familiares que visitaron la cruz D.B.5.11. Permanecieron sentadas una a cada lado de la tumba durante más de una hora mientras las lágrimas no pararon de caer desde sus ojos.
Romero, Julio
Creció en un clima de pobreza en Villa Diamante, Lanús. Nació el 21 de diciembre de 1962.
Murió el 14 de junio en una de las batallas finales de la guerra, en Monte Longdon.
Hoy, la sala de informática de la escuela N° 29 de Villa Diamante, donde él cursó, lleva su nombre. También le pusieron “Julio Romero” a la plaza principal del barrio.
José Manuel Carrizo, presidente del Centro de Veteranos de Guerra de Lanús, fue amigo suyo de la infancia y compartió los días en las Islas junto a Romero: “Con Julio, en esta plaza que ahora llevará su nombre, jugábamos al fútbol, por eso es muy emocionante para mí este día”, afirmó Carrizo el día del renombre de la plaza.
Ron, Jorge Alberto
Era uno de los 14 comandos muertos en las Islas Malvinas. se desarrollaba como Sargento del Escuadrón de Exploración de Caballería Blindado N° 10 y cayó en una de las primeras batalles del Monte Longdon, durante la madrugada del 11 de junio.
Según relataron varios testigos, la muerte de Ron estuvo rodeada de épica. El sargento perdió la vida al ser alcanzado por un mortero dentro de una fosa. El hombre había desobedecido las órdenes de un superior y se había metido en esa fosa para tratar de rescatar a dos soldados que no podían moverse de allí. Fue el único de los tres en perder la vida.
Poco tiempo antes de abandonar Darwin, un grupo de ex combatientes había “adoptado” una cruz del cementerio en Malvinas para dejar una placa homenaje al sargento por su heroica actuación en el Monte Longdon.
Ronconi, Enrique Horacio
Nació en Quilmes en mayo de 1962. Jugó al rugby en el Club Universitario de Quilmes (CUQ) y en el Old Georgian Club. Sin embargo, tuvo que abandonar la práctica de deporte para realizar el servicio militar en La Plata, con el Regimiento de Infantería N° 7.
Fue parte de la durísima Batalla de Monte Longdon, siendo dicho Regimiento la unidad del Ejército que sufrió más bajas durante la guerra: 36 muertos y casi 200 heridos. Su muerte ocurrió en el asalto final del 3° Batallón de Paracaidistas británico, que dejó un saldo de 29 fallecidos.
Solía tomar mate junto a sus compañeros en una lata de Coca Cola. Usaban un sorbete como bombilla. Además, compartían momentos de diversión al leer en voz alta las particulares cartas que le enviaba su madre.
Ruiz Díaz, Gabino
Gabino Ruiz Díaz era correntino. Nació en Colonia La Elisa, Corrientes. Lo apodaban “Cambacito” y murió el 29 de mayo con 19 años, cuando un batallón de paracaidistas británicos atacó su puesto en Goose Green.
Su caso es emblemático en estos días. Apenas llegado a Malvinas, “Cambacito” decidió anotar su número de DNI en una chapita identificatoria dentro de las Islas. Precísamente, ese número 16404614 fue el que permitió a Julio Cao, presidente de la fundación No Me Olvides, corroborar que Ruiz Díaz era el primer “soldado argentino sólo conocido por Dios” identificado.
Su chapita identificatoria fue, precisamente, el objeto que más llamó la atención a Cao de los que le fueron enseñados en un principio por el coronel inglés Geoffrey Cardozo.
Sbert, Mateo Antonio
Nació en San Pedro, provincia de Buenos Aires, en 1948. Al momento de acudir a las Islas Malvinas estaba casado y tenía tres hijos.
Murió el 31 de mayo cuando defendía una posición argentina en Top Malo House. Según comentaron algunos testigos, el apodado “Turco” perdió la vida cuando intentaba cubrir a un compañero que había sido alcanzado por las esquirlas de una granada.
Sbert perdió la vida a causa de la onda expansiva de otra granada. Su cuerpo quedó intacto, pero sufrió heridas internas irreversibles.
“Estaba intacto, la explosión lo había destrozado por dentro, murió defendiendo a sus camaradas y le salvó la vida a Medina. Llevo esa cruz conmigo, es un dolor muy grande que nunca se me ha ido. Estuvimos juntos durante ocho años en el Ejército, éramos amigos más allá de las jerarquías. Mateo fue voluntario a las islas, quería ir a pelear, pero yo lo elegí dentro de mi grupo comando para que me acompañara. Quizás si no lo hubiera elegido él andaría caminando por las calles con nosotros. El dolor de perder a uno de tus hombres solo se supera con el de la muerte de un hijo”, revelaría más tarde el capitán José Verseci, quien fue uno de sus más grandes dentro del cuerpo de militares.
Scaglione, Claudio Norberto
Se trata de un técnico químico que, a sus 19 años, era uno de los pocos combatientes de Malvinas que hablaba inglés. Fue destinado a Monte Longdon poco después de haber sido asignado en la Infantería de la Marina.
Sus capacidades como jefe de tiradores lo ubicaron en una de las batallas más sangrientas y complicadas de la guerra. Según comentaron algunos testigos, Scaglione fue alcanzado por un bayonetazo en la pierna derecha. Fue llevado en andas y no se lo volvió a ver.
Segovia, Higinio
Higinio Segovia formaba parte de una familia de nueve hermanos en una familia muy modesta de Colonia Porvenir, en Goya, Corrientes. “A Higinio le gustaba trabajar. Ninguno de nosotros supo que se iba a la guerra. La última vez que vino a visitarnos, se despidió y le dijo a papá que no trabajara tanto, que se quedara con la familia”, recordó su hermana Marta.
Su muerte en Malvinas nunca terminó de quedar clara. A raíz de algunos testimonios de ex combatientes, la secretaría de Relaciones Institucionales del Centro de ex Combatientes de Malvinas (CECIM) para elevar un reclamo a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos: aseguró que Segovia junto a otros dos conscriptos habrían muerto en las Islas por inanición.
Segura, Julio César
Nació en Tucumán en una familia de cinco hermanos y residió en Moreno, Buenos Aires. Era un obsesivo por la buena ropa y por las salidas con sus amigos y con su novia.Sus allegados destacaron su capacidad para vestir elegante siempre. Ya a los 14 años ya trabajaba de repartos de canastas de vino con un camión. Era hincha de Boca.
Según las cartas que envió a su familia, Segura se mostró entusiasmado durante toda su participación en la guerra de Malvinas. Murió en una de las batallas de Wireless Ridge aunque su familia no terminó de determinar la fecha exacta.
Actualmente, la familia se encuentra en tratativas con el municipio de Moreno para que una de las calles llevara su nombre.
Sevilla, Luis Guillermo
El caso de Sevilla significó la confirmación de que algunas de las tumbas del cementerio de Darwin estuvieron mal nombradas durante mucho tiempo.
Después de la reforma del cementerio, en 2004, el nombre de Sevilla aparecía en la tumba ubicada en el sector C.1.10 junto al nombre de otros tres soldados. Sin embargo, luego del proceso de identificación gracias al Plan de Proyecto Humanitario se detectó que Sevilla yacía en la tumba D.A.2.8.
Nació en Rosario de la Frontera, Salta, el 17 de septiembre de 1963. Desde pequeño se ganó la vida en una familia muy pobre con la carga de carbón y ayudantías como albañil y verdulero. Realizó el servicio militar en la Escuela de Aviación de Córdoba y fue destinado a Pradera del Ganso.
El 28 de mayo de 1982, cuando se encontraba en la Base Aérea Militar Cóndor, fue alcanzado por proyectiles británicos mientras intentaba proteger el repliegue de sus compañeros como cargador de una ametralladora MAG, disparada por un suboficial.
Fue ascendido a cabo post mortem. Recibió la Medalla al Valor en Combate, la Cruz al heroico Valor en Combate y fue declarado Héroe Nacional.
Sisterna, Jorge
Jorge Sisterna era un obsesivo por el orden. No podía haber nada desacomodado cerca suyo. Posiblemente, esa manía lo llevó a convertirse en uno de los responsables de plantar las minas en el territorio enemigo, uno de los roles más riesgosos.
Ya había quedado atrás el premio recibido en su ciudad de Orán, Salta, por sus enormes dotes como cantante. Para combatir el frío llegaba a usar dos pares de medias tejidos por su madre Adelma al mismo tiempo.
El joven de 19 años que estaba a punto de ser padre murió el 6 de junio. Era su día de franco. Ante el pedido de ayuda de un capitán, él se ofreció como voluntario para minar una zona del Monte Kent e impedir el avance de las tropas británicas. Los tres murieron a los pocos minutos, cuando fueron alcanzados por un misil lanzado desde un buque.
Al día de hoy, su madre todavía lo recuerda con la canción preferida de su hijo, “Cachito, campeón”, de León Gieco.
Torres, Omar Enrique
“Mami, tengo que ir como sea. ¿Qué van a decir los chicos del barrio? Van a pensar que soy un cobarde”, le dijo Omar Torres a su madre Aida poco antes de alistarse para ir a la Guerra de Malvinas. La mujer, nacida en Bolivia, acudió pocos días después a la puerta principal del destacamento de La Tablada para poder darle un último abrazo. Sin embargo, Omar partió por una puerta trasera y ese abrazo nunca se pudo llevar a cabo.
Al momento de acudir a Malvinas, Torres se encontraba perfeccionando su carrera como maestro mayor de obra. La mujer lamentó que su hijo no pudiera terminar esos estudios.
Torres murió el 14 de junio después de un enfrentamiento contra las tropas de infantería británicas en la llamada batalla de Wireless Ridge.
Ugalde, Daniel Alberto
Nació en Capital Federal el 29 de octubre 1961. Hijo de Miguel Ugalde y Raquel García, fue el mayor de una familia de tres hermanos. Sus primeros años de vida transcurrieron en Haedo; su único propósito era que llegara el domingo para escuchar por radio a su querido San Lorenzo de Almagro. Además, jugaba al tenis y le gustaba andar en bicicleta.
El 5 de febrero de 1982 se presentó en la Compañía de Ingenieros de Combate 601 para realizar el servicio militar obligatorio. Con ellos fue a las islas, en donde construyó obstáculos, refuerzos en los frentes, mejoró los caminos a los refugios e hizo pozos de zorro, entre otros. También combatió a la par de la infantería.
Ugalde falleció en el repliegue hacia la capital de Malvinas el 14 de junio de 1982. Al momento de su muerte, cubría desde la cima de una colina a compañeros que bajaban por la cuesta.
Vallejos, Adolfo
Adolfo Vallejos se mudó a Buenos Aires poco después de haber hecho el servicio militar en Monte Caseros, Corrientes. Le decían “Adolfín” y era fanático de las historietas de Patoruzú. Había leído una cantidad incontable de revistas, ya que su tío era canillita.
Según explicó su madre, Noelia Flores, el joven de 19 años acudió a Malvinas sin saberlo. “A él le habían dado la baja del Ejército, y sólo le quedaba buscar su documento. Cuando lo llamaron para alistarse, él se pensaba que lo habían llamado para ir a buscar el documento. Nadie le informó que iba a una guerra”, explicó su madre.
El joven cumplió sus 20 años en las Islas y murió el 11 de junio, durante la batalla del Monte Dos Hermanas.
Una vez terminada la guerra, su madre fue informada de que Vallejos se encontraba en el Regimiento de Monte Caseros. Ella fue a buscarlo, pero se habían confundido de persona. Hasta la confirmación de la identificación de sus restos, Noelia Flores todavía mantuvo la ilusión de volver a ver a su hijo con vida.
Vallejos, Eduardo Antonio
Nació en la provincia de Córdoba el 20 de noviembre de 1963. Desde muy pequeño jugaba día y noche en una plazoleta ubicada enfrente de la casa donde todavía vive su familia. La misma fue bautizada con su nombre tras su muerte.
Realizó el servicio militar en el Regimiento 4 de Artillería Aerotransportada.
Murió entre la noche del 11 y el 12 de junio de 1982, dos días antes de la caída del Puerto Argentino. Según relatarían luego algunos ex combatientes, Vallejos murió de manera injusta, ya que fue alcanzado por esquirlas de una bomba cuando realizaba una guardia que no correspondía a su turno.
Aparentemente, quien debía estar allí en ese instante era otro soldado, a quien muchos consideraban un “acomodado” por las autoridades militares y a quien habían liberado de tal responsabilidad. Al momento de su muerte, Vallejos se encontraba junto a su compañero Roberto Pintos. Una bomba inglesa explotó a dos metros del pozo en el que se encontraban, Pinto salvó su vida al ser el primero en tirarse al suelo, Vallejo cayó encima de él y fue impactado por numerosas esquirlas.
Su familia asegura que Vallejos envió cuatro cartas. La primera estaba fechada el 29 de abril de 1982; la última, el 4 de junio. En una de ellas les dejaba un mensaje a sus hermanos menores: “Háganle caso a la mami y al papi”.
Verdún, Roberto
Nacido en Cruz de los Milagros, Corrientes. Ya estaba de baja del servicio militar obligatorio cuando fue convocado para acudir a las Islas Malvinas. Viajó junto a su primo Aníbal “Pepe” Verdún como integrantes de la sección 4 de Monte Caseros.
Según comentaron algunos ex combatientes, Roberto se mostraba relajado y feliz en cada tiempo muerto dentro de los pozos de zorro. “Sabía que su destino estaba en Malvinas. A varios les dijo que quedaría en las Islas y así fue“, relataron sus ex compañeros.
Murió en la madrugada del 12 de junio tras un ataque tenaza de las fuerzas británicas en el Monte Dos Hermanas.
El intendente actual de Cruz de los Milagros es José Oscar Vergés, quien combatiera como compañero de Verdún en las Islas.
Vojkovic, Pedro Horacio
Paradojas de la vida, el nacido en City Bell Pedro Vojkovic era hijo de un inmigrante croata, que había escapado de su país durante la Segunda Guerra mundial. De actitud fresca y divertida, tenía dos pasiones en la vida: su novia (que aún hoy sigue recordándolo) y su deseo de convertirse en abogado.
“Petar”, como lo llamaba su familia, había sido ya dado de baja en el Regimiento 7º de La Plata en 1982. Sin embargo, desde el Ejército lo llamaron para alistarse y tuvo que acudir a la guerra.
Durante su estadía en las Islas, no quería a preocupar a su familia. Por eso, le mandaba cartas a su madre en las que elogiaba, entre otros asuntos, la belleza del atardecer en las Malvinas.
Su muerte fue de las más absurdas. El 8 de junio, la gran mayoría de los soldados argentinos ya sufrían gravemente la falta de alimentación. Por eso, Vojkovic se dispuso a ir a buscar comida junto a tres compañeros, Carlos Hornos, Manuel Zelarrayán y Alejandro Vargas.
Después de cruzar el río Murrell, el bote en el que viajaban tocó una mina antitanqueplantada por el propio Ejército argentino. Se produjo la tremenda explosión y los cuatro soldados murieron en el acto.
Zelarrayán, Manuel Alberto
Pertenecía a la Compañía A del Regimiento de Infantería Mecanizada N° 7 de La Plata. Murió el 8 de junio en Wireless Ridge, víctima del hambre que pasaba en las Islas. Junto a Pedro Vojkovic, Carlos Hornos y Alejandro Vargas partieron en un bote hacia la orilla del Rio Murrell para buscar comida. Justo al llegar a la orilla, la embarcación tocó una mina antitanque del propio ejército argentino. Murió en el acto.