El violento crimen ocurrió en marzo. A seis meses de lo ocurrido, Osvaldo Fortunato Silva volvió a su domicilio. Una vez más, la Justicia otorga una incomprensible prisión domiciliaria a un violento que mató a su ex pareja y amenazó a sus hijas. El estremecedor relato del día del crimen, que fue presenciado por una adolescente de 17 años, a la que el femicida amenazaba diciendo “salí de la habitación, ya te dejé huérfana” y “por mujeres como tu mamá hay tantos femicidios”.01 de Octubre de 2019FacebookTwitterWhatsapp

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Guadalupe Gauto es la hija mayor de Perla Maricel Zaleya Araujo, quien en marzo de este año fue asesinada a balazos por Osvaldo Fortunato Silva, quien hasta diciembre de 2018 había sido su pareja. Tras el crimen, el femicida intentó suicidarse, pero no lo logró. Su estado de salud pasó por una etapa delicada y estuvo internado durante meses. Luego de que le dieran el alta lo enviaron a prisión por alrededor de un mes y medio, tras lo cual, le otorgaron el beneficio de la prisión domiciliaria.

De vuelta en Virasoro, donde ocurrió el crimen, el chacal ya ha comenzado a amenazar a las sobrevivientes de su crimen y a otra ex pareja, quien es madre de su hijo de seis años. Cansada de vivir con miedo por esta situación, Guadalupe publicó en redes el relato pormenorizado del crimen, y el pedido a la Justicia de que revea su decisión.

“Lo escribí para viralizar lo que pasó con mi mamá, porque acá en mi pueblo no se habló mucho”, dijo Guadalupe a LT7 Corrientes.

“A mi mamá la mató su ex pareja, Osvaldo Fortunato Silva, el 5 de marzo. Entró a mi casa con la excusa de devolverle una tele que ella le había regalado. Él vivía cruzando la calle, en diagonal a mi casa. Dos meses antes ella había terminado la relación, porque él le había agarrado del cuello y le golpeó la cabeza contra la pared. En ese momento ella lo denunció”, relató la joven.

“Cada vez que ella no hacía lo que él quería, él le gritaba. Ese día que le agarró del cuello, la discusión empezó porque ella no le quiso comprar una sandía. Eso fue en diciembre, cerca de Navidad”, agregó.

Guadalupe cuenta que la pareja duró alrededor de un año y medio, hasta el episodio ocurrido en Navidad. “Ella estaba convencida de dejarlo, pero él no dejaba de mandarle mensajes, de insultarla. Le decía de todo. Hasta el último día, él le dijo ‘puta’. Ella estaba desvanecida agonizando y le seguía diciendo ‘puta’. Mi hermana estaba al lado cuando todo pasó, y él le decía, ‘por mujeres como tu mamá hay tantos femicidios’, y le decía que esto era una lección para ella, para mí y una primita más chica que tenemos”, relató Guadalupe.

El crimen: una secuencia de terror

El femicidio ocurrió en horas de la siesta del 5 de marzo. Osvaldo Silva ingresó a la casa por el negocio que la mujer tenía al frente de su domicilio, llevando el televisor que usó como excusa para que le permita entrar. Llevaba consigo un revolver y un cuchillo de carnicero, escondidos entre sus ropas.

En la casa de Perla, la menor de sus hijas, una adolescente de 17 años, se encontraba durmiendo en su habitación. La chica, que se despertó de su siesta al escuchar los gritos e insultos de Silva, fue la testigo principal del caso.

La adolescente escuchó su voz y se dio cuenta que era Osvaldo. Salió de su habitación, y se encontró de frente con su madre y el femicida discutiendo. Sin dudarlo, el hombre le apuntó con el arma y gatilló. Sin embargo, el disparo no salió.

“Entonces mi mamá le dijo ‘escondete’. Mi hermana se metió en su habitación y cerró la puerta, que como no tiene llave, tuvo que trabar con su cuerpo, sosteniéndola. Desde dentro de la habitación escuchó los disparos y luego ya no hubo más gritos. Mi mamá murió al instante”, relata Guadalupe.

“Él se dirigió a la habitación de mi hermana y empezó a patearle la puerta, mientras le gritaba ‘salí, ya te dejé huérfana’, así le decía otras cosas parecidas, le hablaba por debajo de la puerta, por donde también metía la hoja del cuchillo”, contó.

La secuencia continuó cuando la adolescente, rendida, salió de la habitación, pensando que “ya estaba muerta”, según cuenta su hermana.

El femicida, sin dejar de apuntarle con el arma en ningún momento, la hizo sentarse en el sofá de su casa y le exigió que desbloquee el celular de su madre para llamar a quien en ese momento era su pareja actual. La chica no llegó a desbloquear el teléfono, cuando finalmente Silva le dijo que llame a la policía y le anunció que se mataría. Tras lo cual se sentó en el sofá y empezó a gatillar el arma contra su cuerpo, hasta que finalmente salió un disparo que le dio en el pecho.

El después del crimen

Tras el crimen y el intento de suicidio, Osvaldo Silva fue atendido en Virasoro y luego trasladado a Corrientes, donde fue intervenido quirúrgicamente y luego quedó internado en el Hospital Escuela. De allí intentó fugarse varias veces.

“Cada vez que podía, intentaba sacarse las vías e irse, por eso lo tenían en un coma inducido”, contó Guadalupe.

“Después de eso lo trajeron al Hospital de Virasoro. Hubo un tiempo que anduvo de hospital en hospital, con un pulmón complicado. Así estuvo tres meses o más. Luego lo llevaron a la prisión de Santo Tomé, donde estuvo un mes y medio más o menos, y ahora le dieron prisión domiciliaria”, detalló la chica, recordando que el hombre continúa domiciliado en Virasoro, a unas 40 cuadras de las hijas de su víctima.

La medida se tomó, según le explicaron a Guadalupe, aparentemente porque el hombre no retiene esfínteres, y en la prisión “ya no le aguantaban el olor”.

Pese a su aparente estado demacrado de salud, Silva tuvo tiempo para enviar mensajes intimidantes a otra ex pareja suya, que es la madre de su hijo de seis años.

“Ella nos contactó y nos contó esto, y que ya hizo una denuncia al respecto. Ahora estamos tratando de que se le revoque la prisión domiciliaria, porque es un peligro, nos da mucho miedo”

“Este hombre no tiene tobillera, ni policía que lo custodie. Nadie controla que no salga de su casa. La mamá de él y el hermano son los que tienen que hacerse cargo, después nadie más”, agregó Guadalupe.

La causa la lleva adelante el Juzgado de Instrucción de Santo Tomé.

“Ahora estamos esperando que llegue el juicio. Mientras tanto, queremos que esta jueza revoque esta prisión domiciliaria, porque no podemos vivir así, con miedo”, finalizó Guadalupe.

LT7