Héctor Godoy, alias Caverna, maneja Los Borrachos del Tablón desde 2009. La historia de un hombre que ingresó en la barra a fines de los 90 y se convirtió en el gerenciador de los tickets y la violencia del Monumental

En cada causa judicial a la que debe someterse, dice vivir de changas. Menudas changas debe tener Héctor Godoy, el jefe de la barra brava de River, para justificar una fortuna en su poder: es el hombre al que la Policía de la Ciudad le acaba de secuestrar 7 millones de pesos en su domicilio de San Miguel, en un allanamiento dictado por el fiscal Norberto Brotto, quien investiga la reventa de entradas en el club millonario desde abril pasado.

Ahí, en esa morada, la división Conductas Delictivas de la Policía también encontró casi 300 localidades para el encuentro de mañana, tickets que serán periciados para saber si son verdaderos o falsos, aunque en la primera inspección ocular dan la sensación de ser originales. Y si a esto se suma que el grupo de Godoy siempre aporta 300 hombres a la popular Sívori, sólo falta un casillero para cantar bingo. La investigación también pone en el ojo de la tormenta al club, ya que será difícil explicar cómo el capo de Los Borrachos del Tablón tiene tamaña cantidad de entradas a nombre de socios que son intransferibles.

Ahora bien, ¿quién es Godoy y cómo llegó a ser el jefe de la barra? Apodado Caverna -según sus detractores por su forma de pensar y resolver los conflictos por métodos que le escapan a la palabra-, ingresó a la tribuna a fines de la década del 90, cuando comenzaba a armarse el conocido grupo de “Los Yogures”, tal como despectivamente los llamaban a los barras con físico de patovicas que se entrenaban en el gimnasio del club y eran conducidos por Adrián Rousseau y Alan Schlenker.

Esa facción tomó el control del Monumental en 2002 y la acumulación de poder tuvo venia dirigencial: Caverna fue uno de los siete elegidos por la comisión directiva del presidente Aguilar para ponerlos como empleados de planta permanente de la institución con sueldos siderales, que habría sido la forma de blanquear los ingresos que obtenían por los negocios de la cancha.

Hasta el Mundial 2006, el grupo fue monolítico. Pero al regreso, por cuestiones de dinero y poder, comenzó a resquebrajarse y terminó estallando en marzo de 2007, en la conocida “batalla de los quinchos”, cuando se enfrentaron a tiros dentro del club.

Caverna quedó en ese momento del lado de Adrián Rousseau y pocos meses después comprobó que había tomado la decisión correcta. Si bien tras aquella pelea fue el grupo de Schlenker el que comandó la tribuna, en agosto de 2007 tras el crimen de Gonzalo Acro el poder volvió a Rousseau, pero como éste ya no podía ingresar a la cancha dispuso que sus lugartenientes, Godoy y Martín Araujo, manejaran el paravalancha.

En menos de dos años, estos dos se hicieron con el poder real y acumularon durante la gestión Passarella todos los negocios habidos y por haber.

Tuvo por entonces varias causas judiciales, como el ataque a un representante de jugadores de Inferiores, de los que salió indemne. Tuvo derecho de admisión para la temporada 2007/08, pero tras arreglar el apoyo de la barra para publicitar en las canchas el programa Fútbol para Todos, en 2009 su nombre desapareció de la lista prohibida. Y entonces su poder ya fue casi absoluto.

En marzo de 2014 fue detenido junto con la cúpula de la barra adentro del Monumental con 200 carnets en su poder, entradas para reventa, facas, gas pimienta y 12 teléfonos celulares, pero la causa terminó en nada porque River decidió no accionar como damnificado.

En noviembre de ese mismo año, antes del Superclásico por la Copa Sudamericana, Caverna fue apuñalado por sus rivales internos en la confitería del Monumental, cuando fueron a buscarle los tickets que manejaba para aquel partido trascendental que ganaría el equipo del Muñeco Gallardo y sería la antesala de la consagración en la Sudamericana.

El allanamiento en la casa del barra de River
El allanamiento en la casa del barra de River
Aún a expensas de lo ocurrido, apenas cicatrizaron las heridas, Godoy volvió a la tribuna y a hacer de las suyas: en 2015 se le abrió una causa junto a empleados infieles del club por presunta reventa de tickets que la barra obtenía a nombre de socios fallecidos o mayores de 95 años, causa que se tramita sin novedades en el juzgado de instrucción de la doctora Palmaghini. Y un año después terminó procesado por el juez Caunedo por participar de un circuito de reventa de entradas para defraudar al club.

A partir de entonces, ingresó en el listado del derecho de admisión impuesto por el programa Tribuna Segura.

Los que creían que sería su ocaso, se equivocaron. Desde afuera, Godoy siguió manejando todo. De hecho, en la actual Copa Libertadores se lo pudo ver en todos los partidos jugados fuera del país, liderando a la barra. En la semifinal con Gremio en Porto Alegre, encabezó la caravana de los micros y estuvo dentro del estadio, en la clasificación de River a la final. Y todos los tickets siempre pasaron por sus manos.

Pero lo que Godoy no sabía es que desde abril el fiscal Norberto Brotto había iniciado una causa por reventa a barras de River de la zona de Moreno. Y la investigación, con escuchas e inspecciones oculares, llevó otra vez al líder.

Teniendo en cuenta la magnitud del negocio del partido de mañana, todo se aceleró y hoy allanaron su casa. Ahí Caverna, el que supuestamente vive de changas, tenía casi cinco millones de pesos y 300 entradas. Deberá explicarle a la Justicia el origen de un dinero que más que de trabajos de enduído y pintura parece provenir del fútbol, en un flagelo que, si no hay decisión dirigencial y política, está muy lejos de terminar.

 

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