El plantel festejó hasta después de las seis de la mañana del lunes en la capital española. Hubo cantos de desahogo y también dedicatorias especiales.

El piso 28 del hotel Eurostars Madrid Tower se mueve para acá, se mueve para allá, al compás de una de las canciones más entonadas de la noche. En las alturas de la capital española, Marcelo Gallardo sonríe y levanta una copa de champánmientras sus jugadores disfrutan al grito de “hay que saltar, hay que saltar, el que no salta, no va al Mundial”.

Emiratos Árabes es el próximo destino de River con ese sueño loco de llegar a la final del Mundial de Clubes y poner de rodillas al Real Madrid, que no tendrá a Cristiano Ronaldo pero sigue siendo un equipo absolutamente temible. Pero ese viaje recién será mañana y todo River parece querer que la noche no termine más.

“Me parece que Boca, no sale campeón; me parece que Boca, no sale campeón; sale River, sale River, sí señor”, gritan más de cien personas en el salón del hotel, una de las cuatro torres más altas de Madrid. Están los futbolistas junto a sus familiares, los dirigentes y también los integrantes del cuerpo técnico.

Abrigado por una bandera colombiana, Juan Fernando Quintero empieza a caer en paralelo a la espera del postre: lo abrazan los dirigentes, lo abrazan sus compañeros, lo abraza Matías Biscay, el técnico alterno que puede ufanarse de haber sido quien dirigió al equipo en la consagración de 2015, ante Tigres en el Monumental, y en la del ya histórico domingo 9 de diciembre ante Boca, en tierras españolas. “Dale campeón, dale campeón”, canta Quintero abrazado con el Pana, un muchacho colombiano que colabora con los utileros de River desde la época en que Daniel Passarella era el técnico del equipo.

Gonzalo Martínez probablemente sea, en este instante, uno de los hombres más felices de la tierra. Tiene la Copa Libertadores en sus manos, suena una cumbia de fondo y observa cómo la mayoría de sus compañeros disfrutan de la cena de los flamantes campeones de América acompañados por sus seres queridos al mismo tiempo que él disfruta de los suyos.

Verdugo frecuente de Boca, en el Santiago Bernabéu también le convirtió un gol, en este caso el tercero, ese que le puso el 3 a 1 definitivo a la final de la Copa Libertadores. “No quiero pensar en el Real Madrid. Déjame que disfrute este momento”, le dijo un rato antes a Infobae ante una consulta sobre si sueña con irse al Atlanta United, con el que ya firmó un precontrato, después de ganarle al conjunto español la final del Mundial de Clubes.

“El más grande de la historia”, dice la camiseta oficial de los festejos que Rodolfo D’Onofrio exhibe sobre sus hombros, a modo de festivo reemplazo de su ya cabulero suéter rojo. El presidente de River celebra su título número once desde que llegó a la presidencia del club (nueve con Gallardo y dos con Ramón Díaz) acompañado por toda su familia.

Hay enojos que se transformaron en bronca en las últimas semanas y que son manifestados a través de cantos con un destinatario casi exclusivo: Boca. Todos estallan en una carcajada cuando alguien comienza a cantar uno de los temas que se escuchó en el Bernabéu: “Ay, ay, ay, qué risa que me da, Gallardo tiene el choto como el negro del WhatsApp”.

Gonzalo Montiel y Julián Alvarez, dos de los más chicos del plantel, se dejan ver tímidos e introvertidos como siempre pero nada les podrá quitar la felicidad de saberse campeones de América a los 21 y 18 años, respectivamente.

Los festejos del campeón incluyeron música, banderas y sombrillas, al punto que el salón del hotel por un momento se transformó en una suerte de carnaval carioca, como en un cumpleaños de quince.

Son las cuatro de la mañana aquí en Madrid, la medianoche en Buenos Aires, y unos cien hinchas permanecen en la puerta del hotel cantando casi por inercia. “Un minuto de silencio, para Boca que está muerto”, sacan pecho y enseguida comienzan a rugir: “Muñeeeco, Muñeeeeeco”.

Gallardo no los escucha porque charla en el piso 28 con su mujer y sus tres hijos. El Muñeco quizás no lo sabe, pero en Madrid se convirtió en el personaje más fuerte de la historia de River, incluso por encima de Angel Labruna. Ganó la Libertadores una vez como jugador y dos como técnico. Dio vuelta la historia contra Boca. Y a nivel internacional logró seis títulos en total, uno más de los que tenía River hasta su llegada.

Ahora River suma once en total pero que pueden ser trece si da el golpe en el Mundial de Clubes y si el año que viene le gana la Recopa al campeón de la Sudamericana (Junior y Atlético Paranaense empataron 1 a 1 el partido de ida de la final en Colombia).

River es campeón de America en Madrid tras ganarle a Boca. La Conmebol lo posibilitó con el mamarracho que significó la mudanza de la sede. “¿Cómo es ganarle una final a Boca en España siendo hincha de River?”, se le pregunta a Javier Pinola. Y el defensor responde, con una sonrisa de oreja a oreja: “Mejor no te respondo porque no quiero cometer un exabrupto”.