El escolta correntino tuvo una charla con La Red Corrientes a través de Instagram Live y allí hizo un repaso de su carrera. Más allá de las ganas, quiere que la Liga Nacional de Básquet vuelva bien y no a las apuradas. De probar todos los deportes del Club de Regatas Corrientes hasta el comienzo de la Liga Nacional en la ciudad que lo llevó a tomar la decisión de apostar todo por la ‘naranja’. Además habló de la cuarentena, el regreso o no de la actividad, los compañeros y entrenadores.

Juan Pablo Arengo es uno de los tantos jugadores que espera el regreso de la actividad, pero mientras tanto trata de pasar la cuarentena “lo mejor y más rápido posible, es durísimo porque es la primera vez que a nivel mundial se para así el deporte, el trabajo, la vida social de cada uno. Vivimos tan acelerados que este parate de dos meses nos está afectando un poco”.

Extraña “ir a entrenar todos los días, estamos siempre en movimiento, y de la nada estamos dos meses parados. Ahora, en Corrientes estamos yendo a correr, se liberó un poco en relación a lo que es Buenos Aires. Tengo amigos que no salieron de su departamento todavía, entrenan ahí. Es un parate muy grande, dos meses de inactividad, donde nos va a costar arrancar e ir puliendo lo que habíamos hecho durante la temporada”.

El regreso no fue sencillo ya que la primera semana no consiguió el permiso correspondiente para correr y prefirió seguir entrenando en su casa. En la segunda ya se sumó para hacerlo en la Costanera.

El club envía rutinas de trabajo semanales y los jugadores lo cumplen “obviamente con lo que tenemos a disposición en nuestras casas”, pero hay un problema: “quizás la motivación no es la misma, cuesta un poco más”, confesó el ‘Potri’.

Pensando en un posible regreso, Arengo advierte que “en Regatas tenemos una gran ventaja porque tenemos muchos nacionales y se decía que la Liga no iba a seguir con extranjeros. Tenemos la suerte que la mayoría somos nacionales, un grupo compacto y tenemos que tratar que si se puede terminar la Liga estemos aptos físicamente y que nos cueste menos. Y si la Liga no termina, bueno, pensar en la temporada del año que viene, trabajar la cabeza, mentalmente, porque en una o dos semanas nos ponemos bien físicamente pero en lo mental, si no estás preparado, te cuesta un poco más”.

Si se decide volver a jugar, espera poder “estar aptos. La cuarentena fue un parate, el deportista quiere volver a jugar pero si las condiciones no son aptas, no habría que volver. Tenemos que estar a disposición”.

El club de toda la vida

En un momento de la entrevista, se le preguntó sobre la identificación que tienen los Arengo con Regatas. La explicación es lógica: “mi familia se siente muy identificada con el Club, el apellido es muy reconocido allí porque mis padres y mis abuelos ya eran socios. Hice todos los deportes, habré hecho el 60 por ciento porque mi mamá me llevaba mucho: hice natación, tumbling, remo, ping pong, ajedrez, optimist, vóley… generalmente era para mantenernos activos, como somos 8 hermanos costaba mantenernos. Me llevaron a todos los deportes pero me interesó más el básquet. A los 13 o 14 años me citaron a la selección de Corrientes, justo empezaba la LNB en el club, me gustaba mucho. Creo que el inicio de la Liga Nacional en Corrientes, en Regatas, fue algo que me llevó a jugar al básquet. Toda mi familia es fanática del club, íbamos a los partidos, mis hermanos (Mariano y Juan Ignacio jugaban). A partir de ese momento me empezó a gustar el básquet más de lo que me gustaba”.

Recordó que fue citado a una selección U13 de Corrientes y allí prestó más atención a todo. Es que “nos contaron –creo que era Renato Novatti- que había que prepararse porque si jugábamos bien nos podían llamar a la preselección Argentina y así. Uno sueña con eso, y de poco fui escalando”.

Luego, “con la llegada de ‘Nico’ Casalánguida se facilitó más porque le daba mucha cabida a los juveniles, no solo él sino Ariel Rearte, ‘Chiche’ Roldán, y todos los entrenadores como Franco (Gutiérrez), Cazorla (Carlos), muchos entrenadores y tuve la suerte que con ‘Nico’ a los 15 años me equipe por primera vez en la LNB. No estaba preparado, estaba asustado, no sabía qué hacer. Cuando un entrenador de LNB se fija en vos te lleva a entrenar más. Ahí empezó mi carrera, tuvimos la suerte que todos los torneos juveniles nos iba bien, esos años me formaron mucho y también con la llegada a la selección argentina U17. Estuve preparado mentalmente, estaba fuerte de la cabeza porque en esa época, a los 15 años, empezás a conocer un poco la noche -mis viejos no me dejaban y tampoco me llamaba mucho- y tuve la suerte de estar en el momento justo que ‘Nico’ hizo el proyecto de la cantera y se preocupaba mucho con los juveniles; también la llegada de ‘Pablito’ Favarel –del que me hice muy amigo- me enseñó muchas cosas. Me hizo debutar en la Liga de las Américas y eso no se olvida”.

El debut

En la temporada 2011-12 le tocó entrar por primera vez en la LNB. Era un partido contra 9 de Julio de Río Tercero: “era la primera vez que me equipaba y me tocó entrar. La gente pedía por mí, tenía un ‘cagazo’ bárbaro, pero me tocó entrar y gracias a todo el plantel me pasaron la pelota a la esquina y tiré. Gracias a Dios entró. Estaba por cumplir 15 años y sentí el click, que quería ser profesional de básquet”.

A todo esto, Casalánguida “me dijo ‘sos un caradura’. La gente pedía que entre, él se dio vuelta y me dijo: “vos entrás”. Temblaba cuando terminó el partido y obviamente no me salían las palabras. Ahí fue cuando me quisieron hacer un entrevista, no me salían las palabras, le tuve que cortar porque tenía vergüenza, estaba nervioso, fue todo muy rápido y por eso creo que me costó”, recordó.

En tantos años como juvenil o como U23, Arengo compartió plantel con muchos jugadores. A la hora de recordarlos, explicó que dentro de los que más lo sorprendieron están “Paolo Quinteros que sigue siendo un compañero y un gran referente. Cuando era más chico y ahora trato de hacer los mismos ejercicios y la misma técnica que tiene; estuve con Javier Martínez, un tipazo y un líder dentro y fuera de la cancha, me enseñó mucho lo que se vive el básquet; estuve con ‘Fede’ Kammerichs, otro ídolo de Corrientes y de Regatas que estuvo en la selección; con ‘Nico’ Brussino que después se fue a la NBA y a Europa… bueno, con incontables jugadores como el ‘Taya’ Gallizzi y el ‘Javi’ Saiz. Lo que se puede sacar más es la competitividad que se tiene, en los entrenamientos se entrena como se juega. Hay tanta competitividad que te hace poner al mismo ritmo que el otro. Por suerte también tuve buenos entrenadores: estuve con ‘Nico’ que fue uno de los pilares, que sabe mucho de básquet y fue de lo mejor que tuve; Ariel Rearte que después se fue a Comunicaciones; Favarel; Picatto que tiene otra filosofía; con Diego Vadell; y ahora con Lucas (Victoriano) que tiene otra filosofía. Como jugador trato de sacar lo mejor de cada uno así, más adelante y cuando esté más maduro, poder hacer mi mejor versión”.

Del capitán “se aprende mucho la forma que lleva de vivir afuera del básquet, se cuida muchísimo con las comidas, y eso fue lo que le llevó a tener 40 años y seguir estando en la elite de la LNB, estando en plenitud física. Eso es lo que destaco, nos enseñó a cuidarnos; que la alimentación y el trabajo en el gimnasio es lo que te lleva a la plenitud física. Él con 40 años sigue corriendo”.

A pesar de compartir la función, sabe que tiene que estar preparado ya que “todos los partidos son diferentes y tenemos que estar aptos para jugar 2, 3, 4 minutos, lo que nos toque. Comparto la posición, es un gran jugador al que trato en cada entrenamiento de pasarlo. Es una competencia sana pero es algo que tengo que hacerlo porque quiero ser como él cuando sea grande”.

Luego hizo un repaso por los jugadores con los que jugó como juvenil, aquella que es “la mejor época que podemos vivir en el básquet. Ahí es donde se disfruta más, tenemos que enfocarnos como proyecto de jugadores y esa fue una gran camada porque fueron 4 años donde llegamos entre los mejores 5. También estuvo Fabio Vieta, Alejandro Zurbriggen, Tognón, y Buendía, que están todos jugando en la elite. Seguimos hablando, tratando de juntarnos cuando vamos a alguna ciudad a jugar”.

Con esa camada “jugábamos U17, U19 y la primera local, todos los torneos. Acá Brussino cuando vino a Regatas estaba empezando a crecer profesionalmente y le decían que tenía que jugar la Liga local, que es dura, con equipos fuertes y eso lo va preparando, al igual que a nosotros”.

Luego, defendió la camiseta de Argentina en un Sudamericano U17 en Salto, Uruguay, en el que se consagran campeones. En sus palabras “ese campeonato fue el inicio de mi carrera profesional, se podría decir. Uno empieza a tomar decisiones en un equipo, fue mi primer torneo en la selección. Al principio estaba entusiasmado y nervioso pero después nos fuimos conociendo como equipo. Esa camada tiene muchos jugadores en la LNB como José Vildoza o Juan Pablo Vaulet que está en España, Fabio Vieta que está en la Liga Argentina. Esos recuerdos son únicos, fuimos campeones sudamericanos invictos, con una gran diferencia, y esa camada también me llevó a crecer en lo profesional y en el club”.

Y un año más tarde vuelve a ser convocado a la U18, donde fue el capitán. Fueron “a un torneo amistoso en Alemania, al ‘Albert Schweitzer’. Fuimos con un equipo más estable, íbamos a entrenar cada dos semanas al CENARD, tuvimos el Premundial en Estados Unidos, nos fue bien, clasificamos en la primera ronda y perdemos en semifinales con Canadá por un punto. Nos quedamos con el tercer puesto”.

Regatas campeón de la Liga Nacional

“En esa final estuve equipado en el primer partido en Corrientes y en el segundo no. En los últimos dos partidos estaba en el CENARD, entrenando con la selección. Al primero no nos quisieron llevar porque decían que el barrio era peligroso, y para el cuarto pregunté si había posibilidades de que nos lleven para estar con el equipo”, recordó el ‘Juampi’.

Y luego agregó que “estábamos en la cancha, el coordinador (de la selección) nos dijo que teníamos que salir cinco minutos antes que termine el partido. Yo no quise salir, me tiré arriba del equipo con lágrimas en los ojos, festejando como si hubiese jugado ese partido. Me siento parte de ese plantel, era juvenil y tenés otras sensaciones. Me acuerdo que me tiré a la cancha, a festejar, me saqué la foto y todo, y cuando estábamos saliendo el coordinador me dijo ‘vos estás loco’, pero lo veía a Regatas salir campeón de la Liga. Esa sensación fue única e irrepetible. Estábamos en la tribuna local de Lanús, festejaba los goles y la gente me miraba. Fue una experiencia única, quería volver a los festejos pero ya estaba preparado el viaje con la preselección así que volvimos al CENARD”.

Si bien no estuvo en la definición, Arengo se siente parte de ese plantel. Es que “los juveniles estábamos todo el tiempo a disposición del equipo. Si se lesionaba un jugador tratábamos de estar al nivel de ellos. Uno se siente parte por lo unido que era el grupo. Los mayores nos invitaban a todos lados, a todos los asados, y eso te hace sentir parte del equipo”.

Siempre jugó en Regatas y no es por no haber tenido otras posibilidades: “tuve ofertas pero hace varios años está el derecho de formación, también le club todos los años me renueva, tengo contrato con el club hasta los 23 años. La mejor opción fue quedarme porque todos los años presentamos un equipo competitivo, siempre metidos entre los 6, jugando Liga de las Américas, playoffs… eso me lleva a quedarme. De a poco fui creciendo como basquetbolista, asumiendo ciertos roles, ganando minutos, confianza, y hoy en día me siento muy cómodo con la forma de jugar de Lucas y el rol que estoy teniendo”, dijo el ‘Potrillo’.

El clásico

Por último, habló de lo que significan los partidos ante San Martín, reconociendo que siente una motivación extra: “un clásico se vive de otra forma, se siente días antes en el ambiente, entonces uno se prepara mucho antes no solo por nosotros sino por la gente. Es muy importante si ganamos porque van a estar contentos. Uno entrena situaciones específicas del partido pero por ser clásico se sienten más esas ganas de ganar. Para un correntino ganar el clásico es una de las cosas más importantes. Si llegamos a perder, ni el club, ni los hinchas ni los socios nunca nos faltaron el respeto. El clásico se trata de ganar siempre y por suerte últimamente no está yendo bien, quizás nos metimos en la cabeza de ellos por lo clásicos que ganamos y las situaciones que tuvimos”, detalló.

Y cuando le dieron a elegir alguno en especial, se acordó de la serie de playoffs en la temporada 2016-17, con Gabriel Picatto como entrenador principal. Eran las finales de conferencia y el que ganaba definiría el título ante San Lorenzo.

“El que ganamos en cuarto partido en nuestra cancha que nos llevó a la final de la Liga Nacional. Si ese no fue el momento más especial de mi carrera pega en el palo, creo que fue todo brillante, la gente estaba como loca. A principio de temporada no nos daban mucho; ellos venían invictos de local, que iban a llegar, que le iban a ganar a San Lorenzo y nosotros, calladitos, fuimos ganando terreno y lo ganamos porque en playoffs fuimos mejores, y nuestros playoffs también con Estudiantes, fueron impresionantes. No nos daban mucho pero terminamos rindiendo”, sentenció.

Y recordó que “el segundo partido fue decisivo: le dejamos un gran mensaje robándoles la localía. Fue un click no solo para ellos, sino también para nosotros. En ese partido se lesiona Paolo en el primer cuarto, nosotros jugábamos mucho para él, tratamos de acomodarnos y le ganamos la localía en un partido muy difícil y con un score súper bajo”.

Lucas Victoriano llegó luego para reemplazar en la 2018-19 para reemplazar a Gabriel Picatto y la historia no fue sencilla. “Con Lucas al principio hablábamos poco, quizás por su nueva filosofía de jugar. Nos costó adaptarnos, él resaltó que en los primeros tres meses no se iban a dar los resultados; nosotros no estábamos jugando muy cómodos pero fue eficaz porque el primer año no tuvimos casi lesiones: jugábamos con una rotación de 5 minutos, no jugábamos más de 20 minutos, eso nos dio confianza a todos los que entrábamos y que en playoffs estemos los 11 o 12 para rendir. Es una filosofía que viene de Europa”.