Con el flamante año 2019 se abre otro interesante desafío para las pequeñas y medianas empresas que, indefectiblemente, tendrán que renovarse, adaptarse y aggionarse para subsistir, ante el cerrado panorama económico que se presentará durante este primer semestre del año.

Algunas fuentes consultadas del sector, todavía reparan en un año 2018 caracterizado por “mucho ajuste”, bajo la sensación de “haber sido perseguidos no solo por los vaivenes económicos, sino también por la presión impositiva”.

Más allá de la frialdad de la situación de un pequeño y mediano empresario, con la premisa de “pensar fríamente con la cabeza”, bajo la forma de un bolsillo, muchas veces terminaron “actuando con el corazón” o, mejor dicho, “haciendo contención social”. A partir del diálogo y “negociación” con sus empleados para mantener, fundamentalmente, la fuente de trabajo y evitar de plano toda posibilidad de cerrarla y, por consiguiente, despertar la temida ola de despidos.

Algunos referentes de las Pymes esperan “un primer semestre sin grandes cambios”, donde entrarán a jugar, como lo vienen haciendo, por ejemplo, los alquileres y los elevados intereses que se imponen desde el ente recaudador de impuestos; detectado cuando un empresario intenta normalizar sus aportes, se encuentra con una proporción de 1 a 4, con relación a lo que se debe y los intereses aplicados. Por ejemplo una deuda de 100 mil ante la AFIP, bien podría terminar abonándose alrededor de $450 mil, a partir de los intereses impositivos.

Las Pymes, desde un costado de la macro economía, esperan la ansiada reactivación de la obra pública y general, teniendo en cuenta la casi nula actividad que hubo en este sentido durante el año 2018.