Durante la concentración frente al edificio en el que vivía el joven asesinado, pidieron “cadena perpetua” para los responsables del crimen de Villa Gesell. “Estoy muerta en vida”, aseguró la madre.

Vecinos y familiares de Fernando Báez Sosa, el joven que fue asesinado por los rugbiers de Zárate en Villa Gesell, se juntaron este jueves en la puerta de la casa para pedir justicia y una condena ejemplar para los diez chicos de entre 19 y 21 años que fueron imputados por el homicidio, y que están detenidos.

Desde anoche, el hashtag #JusticiaPorFernandoBaez comenzó a ser tendencia en Twitter. A los carteles que pegó su novia Julieta Rossi, sobre la Avenida Pueyrredón al 1800, donde vivía el joven asesinado junto a sus padres, comenzó a viralizarse un flyer que convocaba a una “Marcha del silencio”. En el barrio aseguran que fue algo espontáneo.

“Si lo hicieron en Villa Gesell, ¿cómo no lo vamos a hacer acá que conocemos a Fernando de toda la vida?!”, confió a Infobae una vecina y allegada a la familia Báez Sosa.

La cita estaba pactada a las 18.30 hs en Pueyrredón y Peña, pero desde antes de las 18 ya había gente. A los ex compañeros del colegio Marianista, familiares, amigos y vecinos se sumaron distintas personas con carteles pidiendo “Justicia” por Fernando.

En el inicio de la concentración se rezó un Padre nuestro en voz alta y luego, en forma inmediata, se pidió “Justicia” y “Perpetua” para los asesinos. Los aplausos y los gritos de bronca se entremezclaron en un reclamo donde era palpable el dolor de aquellos que conocieron al joven que fue asesinado.

“Somos los que intentamos frenar las patadas que le dieron a Fer. ¡44 millones de Argentinos!”, asegura un cartel pegado bajo el 1879 de Avenida Pueyrredón, donde hasta unos días vivía Fernando Báez Sosa. Otro cartel, un poco más grande y en letras mayúsculas, advierte: “Fernando puede ser tu hijo. Hoy todos somos el papá de Fernando. Justicia real”. Más abajo dice “Lugano”. No se sabe quién lo pegó, pero quien haya sido no es el único que vino desde lejos.

A la “Sentada espontánea” que pide “Justicia” por el asesinato de Fernando Báez Sosa vinieron personas de Barracas, San Vicente y Longchamps. Hay muchos adultos, que se solidarizan “porque también tienen hijos” y muchos jóvenes. Muchos. Algunos son amigos de Julieta; otros de Fernando. Lourdes, Camila y Florencia, por ejemplo, que eran compañeras de él en el Colegio Marianista.

Las chicas visten shorts y remeras. Llevan carteles con el rostro de quien supo ser su amigo. Todavía están tratando de entender que ya no van a verlo nunca más.

“Fer era bueno y tenía un sentido del humor increíble. Siempre estaba dispuesto a dar una mano”, dice Lourdes. Otra de las chicas, Camila, asiente y agrega: “Era inocente. Le gustaba hacer cosas simples, como ir a merendar a un parque. Por eso hacía tan buena pareja con Juli. Les gustaban las mismas cosas”.

Entre las tres se miran. El sol pica fuerte y el calor humano se hace sentir en la puerta de la casa de Fernando. Lo conocieron en el Colegio Marianista. Aunque habían elegido orientaciones diferentes (ellas Gestión; él Humanidades) aseguran que Fer era muy buen alumno y gran compañero. “Si no entendías algo se ofrecía a explicarte”, coinciden.

Las chicas también son amigas de Julieta Rossi, novia de Fernando. Dicen que la joven está muy triste e intentan acompañarla en este momento. “Hay días que prefiere estar sola y lo respetamos. Cuando tiene ganas de vernos, vamos”, dice Camila que, un rato después le toma la mano a Julieta en el suelo, mientras un grupo de gente enciende velas blancas y reza un Padre Nuestro y un Ave María en voz alta.

A diferencia de otras veces, hoy Julieta eligió el silencio. A pesar del calor, la joven lleva puesta una campera roja y blanca. Los vecinos le ofrecen algo para tomar y le sugieren que se quite el abrigo. Ella acepta el agua, pero se niega a desabrigarse. La campera que llevaba puesta era de Fernando.

“Quiero justicia por mi hijo. Era servicial y luchador. Amaba la vida, nos amaba a nosotros. Confío en que se haga justicia”, expresó Graciela, la mamá de Fernando Báez Sosa en la puerta del domicilio. Estaba abrazada a un cuadro con la foto de su hijo, con los ojos cerrados y las gotas de sudor corriéndole por la frente debido al intenso calor. A su lado tenía a su esposo y la novia de su hijo.

En la primera frase que expresó dejó en claro el padecimiento que le generó la muerte de su hijo. “Estoy muerta en vida. Mi hijo me da fuerza para que se haga justicia”, sostuvo.

A diferencia de otras veces, hoy Julieta eligió el silencio. A pesar del calor, la joven lleva puesta una campera roja y blanca. Los vecinos le ofrecen algo para tomar y le sugieren que se quite el abrigo. Ella acepta el agua, pero se niega a desabrigarse. La campera que llevaba puesta era de Fernando.

“Quiero justicia por mi hijo. Era servicial y luchador. Amaba la vida, nos amaba a nosotros. Confío en que se haga justicia”, expresó Graciela, la mamá de Fernando Báez Sosa en la puerta del domicilio. Estaba abrazada a un cuadro con la foto de su hijo, con los ojos cerrados y las gotas de sudor corriéndole por la frente debido al intenso calor. A su lado tenía a su esposo y la novia de su hijo.

En la primera frase que expresó dejó en claro el padecimiento que le generó la muerte de su hijo. “Estoy muerta en vida. Mi hijo me da fuerza para que se haga justicia”, sostuvo.