El arzobispo de Corrientes, Andrés Stanovnik, dijo que la fe cristiana “no se basa en creencias ni en programas para vivir mejor” y que  no es “una especie de estimulante espiritual para gente poco instruida”, a quienes “creer les ayudaría a soportar esta vida plagada de padecimientos, en espera de algo mejor en la otra”.

La fe cristiana se basa “en evidencias y en testimonios valientes y ejemplares de un humanismo que no tiene comparación en la historia humana. Para ello, no contemplemos ideas, sino personas y hechos”, señaló en su homilía en la misa de la Vigilia Pascual, este sábado en la catedral. 

Stanovnik recordó que el 27 de agosto, en la provincia de La Rioja, serán beatificados cuatro mártires que “dieron, voluntariamente su vida por el Evangelio, con la convicción de recuperarla con una abundancia muy superior, a la que obtendrían si intentaran conservarla”. Ellos son: Wenseslao, un catequista, casado, con tres hijos, asesinado delante de su esposa e hijos la madrugada del 25 de julio de 1976. “Su hija nos comparte que estando Wenceslao baleado en el suelo les decía: ‘Perdonen, perdonen esto, no guarden rencor’. Tenía, entonces, 40 años. Unos días antes caían bajo las balas los sacerdotes Gabriel Longeville y Carlos de Dios Murias, 45 y 31 años respectivamente. Luego, el 4 de agosto de ese año, los acompañó en el martirio el obispo Enrique Angelelli”, rememoró.

“¿De dónde nace la fuerza para afrontar el martirio? se preguntaba el papa Benedicto XVI. De la profunda e íntima unión con Cristo, porque el martirio y la vocación al martirio no son el resultado de un esfuerzo humano, sino la respuesta a una iniciativa y a una llamada de Dios; son un don de su gracia, que nos hace capaces de dar la propia vida por a amor a Cristo y a la Iglesia, y así al mundo”, subrayó el arzobispo en la celebración religiosa previa al Domingo de Resurrección. 

Stanovnik inició así su homilía: “Esta Noche Santa estalla de gozo porque Cristo triunfó sobre la muerte y sobre todo lo que conduce al hombre y a la creación a la corrupción y a la muerte: el pecado, como negación de Dios (…), el mal, como signo del pecado en el mundo; el error, como negación de la verdad; la violencia, como contraria a la caridad; el egoísmo, como falta de testimonio de amor. Gracias a Cristo muerto y resucitado, tenemos la Vida nueva, la misma que él vive con el Padre y el Espíritu Santo, vida que ya no está sujeta a la corrupción”.

El arzobispo recordó que Albert Einstein, uno de los más grandes científicos contemporáneos, “era un hombre profundamente creyente, para quien su ciencia no fue impedimento para creer. Con este hombre de ciencia, y tantos otros, nos encontramos con alguien que supo profundizar el saber y el creer y descubrir que ambos son caminos necesarios y complementarios para conocer la verdad”, afirmó.

Dijo que en el Evangelio “hay testimonios, evidencias de primera mano, incredulidad ante la tumba vacía, acusaciones de delirio a las mujeres que fueron con la noticia de lo que vieron o, mejor, de lo que no encontraron y debía estar allí, donde lo dejaron: es decir, en la tumba”. 

“En otros textos similares se suman datos que corroboran la verosimilitud de los hechos: desazón de los discípulos luego de la crucifixión, muerte y sepultura de Jesús; miedo a que les suceda a ellos lo mismo que a su maestro; y tantos otros. Igualmente hay una enorme cantidad de testimonios de quienes vieron a Jesús resucitado, comprobaron que no era un fantasma, lo tocaron y comieron con él”, comentó. 

“Luego, a lo largo de los siglos, la certeza de la fe en la resurrección de Jesús, ha permanecido inconmovible. Es más, una prueba incontestable de que Jesús resucitó, vive para siempre, y está en medio nuestro, es la innumerable multitud de mártires en los primeros siglos hasta hoy, que no dudan en dar la vida por defender la fe”, remarcó.

“Hoy hay más mártires que en los primeros tiempos”

“Eso prueba que experimentaron en sus vidas algo tan real y más grande que la propia vida, que no dudaron en entregar la propia a cambio de la que recibieron. Hoy hay más mártires que en los primeros tiempos, las persecuciones no terminaron en los primeros siglos del cristianismo. Hoy hay lugares en donde los cristianos ni siquiera pueden tener una Biblia denunció hace poco el papa Francisco, y se mantienen fieles a su fe, es decir, a la certeza que les da la fe, porque saben que, si se apoyan en Jesús resucitado, no serán defraudados”, dijo.

Stanovnik destacó así que la Pascua cristiana “es la fiesta de la vida, de la vida nueva que no acabará nunca. Por eso, renovemos gozosos nuestra fe en Jesucristo muerto y resucitado. En Él fuimos bautizados y enviados a la misión. Que nuestros sentimientos, palabras y acciones den testimonio alegre y valiente de nuestro bautismo. Y que la bienaventurada Virgen María nos acompañe y proteja siempre”, rogó.