Hoy 13 de agosto, es una fecha que no podrá ser olvidada en todo el mundo. En plena época contemporánea, en una mañana más, para cientos de familias berlinesas, mientras se disponían a disfrutar del desayuno, fueron sacudidas sin previo aviso, de la construcción del Muro Infame de Berlín, como si se tratase de una fortaleza feudal, que dividiría el corazón mismo de una de las principales capitales de Europa y del mundo y rompería por décadas la unidad familiar, pilar de la sociedad civilizada.

Al retrotraernos a ese día, inmediatamente relacionamos, alambradas de púas, ladrillos, concreto, todos elementos propios de una construcción, pero, no pensamos o no ponemos atención a la inimaginable angustia de quienes vivieron en primera persona el lacerante momento de incertidumbre y temor de esas primeras horas.

Ese desayuno preparado en cada mesa, fue interrumpido con preguntas que debieron replicarse en cada hogar dejando un sabor amargo: Qué hacemos?, Dónde vamos?, Qué está pasando?, preguntas que cualquier mortal se hace ante una situación desconocida e incierta. Ya no está el Muro (Berliner Mauer), pero aquellos que vivieron esa pesadilla, esas escenas dantescas que recorrieron el orbe, hoy son libres, ya no soportan sobre sus hombros, el terror de esos tiempos. Pero, cuantos fueron los afortunados? Y los otros? porque miles, se durmieron en la noche de la muerte sin la dicha de volver a disfrutar el desayuno en libertad. No olvidemos a los héroes de esos tiempos y “recordemos para no repetir la historia”.-