Fue uno de esos empates que le rinden tributo a lo que está en juego: la punta de un campeonato. A la falta de buen juego le sobraron pierna fuerte, polémicas, empujones, insultos. Estadísticamente redituable para Boca, con un sabor amargo para San Lorenzo porque no pudo descontar unidades y sufrió dos expulsiones que resienten su estructura.

Un clásico siempre es una buena ocasión para agigantarse. Si vivir del pasado es un error elemental y el futuro es el mejor estímulo, San Lorenzo entró al terreno de juego dejando atrás lo que sucedió en la fecha anterior ante Talleres. El Ciclón había tenido un cierre de 2017 medianamente estimulante, pero el traspié en Córdoba lo hizo dudar. Ante Boca era una prueba de fuego y el desafío ya le bastaba para restaurar su orgullo en el choque que más lo moviliza.

El mensaje pareció claro: San Lorenzo salió decidido a hacer pesar su paternidad en el clásico y de entrada ni siquiera dejó pensar a los xeneizes. Presionó en el medio, anuló los circuitos visitantes y aprovechó un rebote apenas a los 3 minutos para que Botta abriera el marcador con un derechazo en la puerta del área grande, tras un córner.

Boca tuvo un comienzo flojo, abúlico. Los de Boedo pocas veces se permitieron una laguna mental o un relajamiento y bien pudieron haberlo sometido a su adversario a una amargura mucho mayor en ese lapso. Fueron diez minutos de furia azulgrana.

Pero no son pocos los que sostienen que una de las principales bellezas del fútbol radica en lo imprevisible. Quizás como un capricho del destino, el equipo de los mellizos Barros Schelotto encontró la igualdad tras la salida de Pablo Pérez por lesión, en el momento más dubitativo de Boca. Fresco física y mentalmente, Tevez comenzó a marcar diferencias una vez que retrocedió y se movió en su zona de confort. No obstante, su gol llegó en posición de Nº 9, ese espacio que había abandonado apenas minutos antes.

Había tenido un interesante despertar el clásico. Durante los primeros 30 minutos el partido fue vertiginoso, con ritmo y huecos que muchas veces se generaron por errores en la zona media. Cada envío cruzado fue un dolor de cabeza para la defensa auriazul: mediante esa vía estuvo cerca de marcar Coloccini, y Rossi tuvo una atajada espectacular tras un cabezazo de Blandi. Pero San Lorenzo sufrió ante cada contraataque de Boca, que aprovechó la velocidad de Nández pero fundamentalmente del eléctrico Pavón. Por momentos, los movimientos tomaban a la defensa local en estado de desbande.

En el clásico ninguno le sacó el cuerpo al compromiso y algunos lo pusieron con creces. Quignon, de hecho, se retiró expulsado por infracciones cometidas con cierta torpeza. La primera amarilla fue por cortar una contra después de perder la pelota con el equipo en ataque. La segunda, por una patada en una jugada en la que no precisaba ir al piso.

En el inicio del segundo tiempo San Lorenzo sintió la expulsión de Quignon. Boca, sin lucirse colectivamente, amagó con el quiebre, principalmente cuando la pelota estuvo en los pies de Tevez. Los xeneizes dominaron en las zonas donde lograron imponer superioridad numérica pero con Walter Bou demasiado solo adentro del área.

En los últimos días, el Ciclón había fomentado una campaña en las redes sociales, bajo el lema #TodosJuntosPodemos. Allí se regodearon con viejas victorias. En torneos locales, la última celebración de San Lorenzo había exhibido una particularidad el 6 de septiembre de 2015: con el marcador 0-0 en la Bombonera, Matos metió el gol decisivo a los 45 minutos del segundo tiempo luego de un error grosero de Bentancur en la salida. Con eso, el equipo Bauza logró desplazar al local de lo más alto del campeonato. Finalmente, Boca dio vuelta los números en la tabla y terminó consagrándose campeón (64 puntos contra 61 del Ciclón).

Tanto el Ciclón como Boca acostumbran a brindar partidos entretenidos cada vez que están frente a frente: de los últimos 30 cruces entre ambos, apenas en dos ocasiones terminaron 0 a 0. Ayer llegaron a uno de los encuentros más relevantes de esta Superliga en una situación similar a la de 2015. En definitiva, la distancia de seis unidades se mantuvo. Pudo ganarlo Boca por jerarquía, pero no funcionó como equipo. San Lorenzo, con nueve, dejó una mejor imagen y el campeonato sigue abierto.

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