En diálogo con este medio, Pablo Vassel —ex subsecretario de Derechos Humanos de la Nación y exfuncionario en Corrientes— compartió una profunda reflexión sobre la figura del Papa Francisco, al referirse a su legado espiritual, humano y social, especialmente en el marco de su compromiso con los derechos humanos.

“Estoy inmerso en una tristeza infinita con la partida del Papa Francisco”, confesó Basile al comenzar su relato. Y lejos de limitarse a un repaso institucional del pontificado de Jorge Bergoglio, hizo hincapié en la dimensión ética, humana y transformadora de su liderazgo. “Francisco no enseñaba con palabras, sino con gestos. Gestos de humildad, respeto por el otro, por las diferencias, por los que sufren. Para mí fue un enorme compañero de ruta en la lucha por los derechos humanos”, expresó.

El abogado recordó que incluso en los momentos más oscuros del país, durante la dictadura militar, Jorge Bergoglio, como provincial de los jesuitas, asistió a personas perseguidas por el régimen. “Me consta. Conozco casos de personas que salvaron sus vidas o al menos mejoraron sus días en la cárcel gracias a él”, dijo.

Una de las anécdotas más impactantes que compartió fue su encuentro personal con el Papa en Roma, durante una audiencia en el Vaticano. Viajó a testimoniar en el juicio por la desaparición de Rafaela Filippi, una correntina secuestrada en el marco del Plan Cóndor. Gracias a la intermediación de la hermana Geneviève —sobrina de Leonie Duquet, una de las monjas francesas asesinadas por la dictadura—, Vassel pudo entregarle a Francisco su libro Malvinas y Derechos Humanos y compartir un breve diálogo.

“Francisco era una persona profundamente comprometida con quienes más sufrían. Durante la pandemia, por ejemplo, envió ayuda desde el Vaticano a mujeres y personas trans atrapadas por la prostitución. Y luego, las recibió empanadas argentinas. Eso no es caridad, es amor con gestos concretos”, destacó emocionado.

El exfuncionario también recordó la postura crítica del Papa ante el capitalismo salvaje, la industria armamentista y los poderes que “destruyen la naturaleza con tal de acumular”. Lo definió como “la voz más lúcida contra la explotación del hombre por el hombre”, y lo consideró un símbolo del verdadero humanismo, una palabra que —admitió— suena anticuada, “pero que Francisco volvió urgente y vigente”.

Cerró con una imagen que sintetiza el espíritu del Sumo Pontífice: “Arrodillado frente al presidente de Sudán, rogándole que firme la paz. Ese es Francisco. Un hombre que hizo de su vida un llamado a la dignidad, al respeto y a la paz”.

“Lo vamos a extrañar, pero más aún lo vamos a necesitar”, concluyó Basile, dejando una fuerte sensación de legado, pero también de vacío ante la ausencia de una figura que, según sus palabras, “puso al ser humano en el centro, siempre”.